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Instintos dramáticos

16/06/2020
 Actualizado a 16/06/2020
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¿Por qué hemos de elegir entre salud o economía? Y me acuerdo de un libro que he leído hace poco: ‘Factfulness: diez razones para la que estamos equivocados sobre el mundo’. Explica cómo nuestra una visión dramática de la existencia nos impide ver el mundo como es y, por tanto, hace que nos equivoquemos. Es muy difícil de cambiar porque tiene que ver con cómo funciona nuestro cerebro. En este sentido, el primero de nuestros instintos dramático es el de separación.

Se trata de la tentación que tenemos a dividir todo tipo de cosas en dos grupos diferenciados y, a veces, contradictorios, con una separación imaginaria en medio de ambos: ricos, pobres; saludo, economía; izquierdas, derechas; norte, sur; blancos, negros; buenos, malos. Es el pensamiento binario que nos habla de dos bandos diferenciados, algo sencillo e intuitivo, y dramático, pues implica conflicto, división, diferencia. Y los contadores de historias –escritores, periodistas…– lo saben.

El segundo instinto es sumamente interesante, el de la negatividad: tendemos a notar más lo malo que lo bueno. Ser conscientes de todas las cosas malas que suceden en el mundo es fácil: lo difícil es ser consciente de las cosas buenas: miles de millones de mejoras de las que nunca se habla: «mejoras fundamentales que cambian el mundo pero que son demasiado lentas, están demasiado fragmentadas o son demasiado pequeñas para ser consideradas noticias». En 1800, aproximadamente el 85 por ciento de la humanidad vivía en la pobreza extrema. La mayoría, hasta 1966, vivía en la pobreza extrema. Desde entonces el porcentaje –actualizado a 2017– ha bajado al 9%. ¿Más noticias positivas imperceptibles?: Si en 1800 la esperanza media de vida era de 31 años, se fue manteniendo más o menos con alguna caída por hambruna y por la gripe española, y fue aumentando hasta la segunda guerra mundial y desde ahí hasta 2017 ha ido creciendo ininterrumpidamente hasta alcanzar los 72 años. ¿Qué hace que tengamos este instinto?: recuerdos equivocados del pasado, información selectiva –avalanchas de noticias negativas de todo el mundo por parte de periodistas y activistas– y la sensación de que «como las cosas van mal, es cruel decir que están mejorando».

A mí, que me gusta escribir, entiendo el drama y el generar conflictos. Como lector, selecciono lo que leo. Y como persona sé que, a pesar de este tiempo raro, vamos a mejor. 

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