20/05/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Un amigo muy sabio me advirtió una vez sobre lo perjudicial que resulta la extendidísima costumbre de escuchar las noticias a primera hora de la mañana. Apenas amanecemos, encendemos la radio y hacemos que nuestra mente despierte en medio de un veloz bombardeo de información política que nos hace afrontar el día ya de mal gerol. ¿Qué prisa tenemos por ponernos al corriente de unos acontecimientos que la mayoría despreciamos y que tan escasa influencia van a tener en las decisiones que tomaremos durante la mañana? Resultaría mucho más sano, argumentaba mi amigo, que acompañásemos el inicio del día con música, o con higiénico silencio, que empezásemos la mañana libres del veneno de la sucia política, y que nos informásemos tranquilamente a la hora del telediario o antes de la cena.

Gran parte del problema radica en que el 99,9% de la información que nos tragamos, si exceptuamos los deportes y el tiempo, es información política, que sorprendentemente es lo que a todo el mundo asquea y a casi nadie interesa realmente.

Esta semana el Presidente del Gobierno presidió en Segovia la imposición de diversas Grandes Cruces de Alfonso X el Sabio, condecoración que «únicamente se otorga a personas que hayan contribuido en grado extraordinario al desarrollo de la educación, la ciencia, la cultura, la docencia o la investigación, siempre que sea patente el nivel excepcional de sus méritos». Entre los premiados, el cardiólogo de fama mundial Valentín Fuster o el filólogo y académico Víctor García de la Concha. El currículum de cada uno de los galardonados podría llenar un informativo entero, y no vendría mal que lo hiciera en una sociedad cada vez más necesitada de ejemplos de esfuerzo y riqueza intelectual.

Por todos ellos me detengo en Gil Carlos Rodríguez Iglesias, casado con una leonesa y muy vinculado a nuestra provincia. Pese a su excepcional modestia y discreción, fue el juez español del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, durante diecisiete años, y lo presidió entre 1994 y 2003. Catedrático de Derecho Internacional Público, domina cuatro idiomas y es Doctor Honoris Causa por cinco Universidades de toda Europa. En la mañana siguiente a la imposición de las Grandes Cruces, el informativo radiofónico con el que me dejo torturar por las mañanas no dedicó una palabra ni a Gil Carlos ni a ningún otro de los premiados, pero sí tuvo un hueco para las frases previsibles y huecas que Rajoy y Juan Vicente Herrera pronunciaron en el acto. Ustedes me dirán si no es como para poner Radio 3.
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