Imagen de marca

La capacidad para vender humo de un político es directamente proporcional a la altura del cargo. La cita no es mía sino de un profesor de consultoría política que tuve; sinrazones y paradojas de la vida misma, que hacen que un tío que vive de eso y de lo primero lo critique de una forma tan clara delante de una veintena de alumnos. No le voy a dar nombre porque aunque no en su faceta docente, en su cara política y en lo que le ha venido después gracias a su tarjeta de afiliado es muy probable que se acuerde de él.

Me acordé de aquella lección al ver la nueva imagen promocional de León que esta semana se presentó en la capital y que más allá de un gasto innecesario en estos tiempos que vivimos, me parece un producto mediocre y totalmente anodino. En lo del gasto, después de la obra de Ordoño II los 30.000 euros de este proyecto quizás parezcan algo irrisorio, pero si usted tiene una empresa y encarga un plan de imagen corporativa a la altura de cualquier compañía al presupuesto que le den le sobra un cero como poco.

Sobre todo cuando te das cuenta que el diseño sirve lo mismo para anunciar una academia que da cursos los viernes por la tarde que una firma que vende platos o un aparcamiento subterráneo de León o de Almería, porque la falta de elementos claros y fácilmente reconocibles que vinculen la marca con la ciudad es otro de los pecados cometidos en una marca que vende servicios para el movimiento LGTB como producto tradicional leonés y otras menciones que el 90 por ciento de los que ven el sello no tienen ni idea qué les están anunciando.

Entre las propuestas, que lo único bueno es que parecen fácilmente combinables y funcionarían en cualquier soporte, no falta el corazón blanco con fondo rojo que rápidamente lleva a pensar en socialista ni la chistera de la que supongo que salgan estas y otras ideas. La concha de peregrino, el símbolo universal del Camino de Santiago inventado hace unos cuantos años y un cuadradito dedicado al español mientras otras casillas prefieren anunciar en inglés completan el resultado de un trabajo que usted mismo podría haber hecho desde su casa o su sobrino en el instituto y ahora le estaría reconociendo su parte del mérito.