Igual son pocos perros

27/12/2019
 Actualizado a 27/12/2019
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Un genio de la interpretación de la vida, que se hace llamar El Roto, es el autor de una viñeta difícil de olvidar. Uno de sus negros personajes está operando en el cajero de un banco y mientras lee la pantalla comenta algo así como: «Toda la vida mirando para atrás de reojo creyendo que me podían atracar y ahora resulta que los tenía delante».

Perdonen los de la foto pues en esto no hay colores, todos tienen cajeros, todos cobran, todos te ofrecen el oro y el moro... Con todos hemos entrado por el aro, con todos hemos transigido en pasar de hablar con un amigo en un mostrador a no hablar con nadie en una pantalla, con sus plásticos vamos pagando a diestro y a siniestro, en su pantalla hemos sacado los billetes al fin del mundo.

Y un día decía el periódico que se había cerrado el único banco que quedaba en aquel pequeño pueblo.

Y un día contaban en la radio que un ajuste de personal se llevaba por delante a muchos trabajadores y a decenas de sucursales, las de los pueblos ya antes abandonados por la escuela, el centro de salud, la guardia civil y hasta el cura.

Y se fue del lugar al que llamábamos banquero pero que solo era bancario, aquellos históricos trabajadores que tantas veces llegaron a alcaldes.

Y al lado de donde se ven los restos de un cartel en el que se podía leer Banco hay ahora un banco de madera despintada en el que dos jubilados hablan de la pensión, que se la cobra el hijo porque cerraron la única sucursal que quedaba.

No extrañe por ello  que haya quien vaya al cajero bien protegida, por si El Roto tenía razón.

Incluso dos tal vez sean pocos perros.
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