19/10/2020
 Actualizado a 19/10/2020
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Calculando por encima, deducía el otro día que tres cuartas partes del tiempo de los informativos en televisión son para hablar de la pandemia. Del número de casos, de las ciudades confinadas, de las multas, de si las mascarillas fuera de España son más baratas, de una fiesta descontrolada, de la capacidad de las unidades de cuidados intensivos, de una señora de cien años que se curó, y de otro de cincuenta al que le quedaron secuelas.

Nada más encender la televisión le mostrarán los nuevos avances sobre la dichosa vacuna del coronavirus y si va a estar lista en un mes o en seis, para continuar con la historia de una experta que investigó que las mascarillas de tela protegen menos o más que las desechables, el cuento de una intervención policial en un piso o un local donde había una docena de personas haciendo fiesta, la medida más disparatada que se le ocurrió a un alcalde de pueblo a cuenta del Covid-19 para que se hable de él en toda España y algún colectivo protestando por algo.

Así cualquier día, en cualquier cadena que ponga y a la hora que sea. Y si en vez de televisión opta por las ondas hertzianas, por el papel impreso o por internet la cosa tampoco cambia demasiado. Y a usted, como muchos que se creen al pie de la letra aquello de que una persona que no está bien informada no es plenamente libre o que una sociedad con mucha información es mucho más segura, y se castiga a sí mismo a tragarse dos o tres informativos de televisión diarios, lee un par de periódicos provinciales y otros dos nacionales, no se pierde detalle en las redes sociales cada vez que coge el móvil y cuando va en el coche lleva la radio machacándole con el mismo tema, pues qué quiere que le diga…

Escribía Miguel Delibes, que este fin de semana habría cumplido cien años, que «el campo es una de las pocas oportunidades que aún restan para huir». No le pido que huya como un bandido escapando de la justicia, ni mucho menos, le animo a que de vez en cuando y sobre todo si hace bueno, en vez de encender la televisión o ponerse a perder el tiempo con el teléfono móvil, salga a airearse. Porque como también decía el gran escritor castellano, «cuando la vida le agarra a uno, sobra todo poder de decisión».
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