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Hormonas al baño María

08/04/2021
 Actualizado a 08/04/2021
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Dando por hecho que no existe edad buena para vivir con una mascarilla como juez y parte, estar encerrado perimetralmente con Castilla y que te impongan un toque de queda dos horas antes que a Cenicienta, me considero bastante satisfecho con mi coincidencia espaciotemporal con el Covid. Más aún al recordar cómo jugaba a la botella con trece años para intentar besar a la chica que me gustaba o en esas novatadas universitarias en las que competíamos a ver quién bebía más calimocho de una misma garrafa.

Por supuesto que habiendo putadas mucho mayores, como la de superar los ochenta, tener quince o dieciocho años en pandemia no deja de ser una. Siempre acusados de inconscientes, los más jóvenes han sido la cabeza de turco de esta crisis sanitaria. Claro que hemos asistido a comportamientos irresponsables pero, en un ejercicio de franqueza, hay que reconocer que es más que probable que otras generaciones anteriores no nos hubiéramos portado demasiado mejor. O, si no, echa la vista atrás a aquellos días en los que tenías las hormonas al baño María, la inexperiencia te hacía actuar como un absoluto imbécil y tu única preocupación era la de vivir despreocupado.

Cuando le alcanza la madurez, cada generación asume como verdad incontestable que es la última que sabía pasarlo bien, que escuchaba música que valía para algo y que vestía con cierta dignidad. Todo lo que llegó tras ellos, inevitablemente, se fue sumando a un proceso de descomposición. Mantras que actúan como respuesta inmunitaria a lo de hacerse viejo y que nunca logran evitarlo. No obstante, si te mantienes en estas y sigues erre que erre con que la juventud es la responsable de los repuntes de contagios y del resto de males que asolan al género humano, tranquilo: ya queda menos para la solución. Al fin y al cabo, es solo cuestión de tiempo que los jóvenes dejen de serlo y, ya en nuestra edad adulta, den paso a ejemplares ciudadanos, infalibles epidemiólogos, sensatos periodistas, eficientes funcionarios y admirables gobernantes. Den paso, en definitiva, a todos esos adultos que conseguimos día a día que esta provincia y este país funcionen de manera tan perfecta.
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