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¿Holodomor, o Kholodomor?

05/12/2022
 Actualizado a 05/12/2022
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¿Muerte por hambre, o muerte por frío? Es la alternativa que les propone Putin, el ruso, a la entrada del invierno, a los habitantes de la franja de Ucrania invadida por los tanques del Comunista más universal. Unas gentes machacadas por la continua construcción y deconstrucción de esta Europa que no acaba de consolidares como lo que es, esa zona del mundo mundial en la que el ser humano ha llegado a mostrar su mejor cara, tal vez.

Nunca habíamos visto tan ‘de cerca’ los desastres de la guerra como hoy día con los medios de que disponemos, impensables antes, y que nos permiten casi presenciar en directo los socavones, los edificios derruidos, el llanto de los damnificados, y la explosión de los drones suicidas en medio de la multitud. Y observar los rostros despavoridos de la gente que lo ha perdido todo menos la dignidad.

Solo les faltaba el frío. Este frío glacial. Ese frío que se mete en alma y envuelve como un caimán. Como cuando entonces los aprendices de poetas leíamos al maestro Gamoneda y su ‘Libro del frío’ aquel que ahora se vuelve a reeditar. El poeta que ahora exclama: «¡Yo he dejado de ser yo y empezado a ser otro tantas veces!» ha declarado nuestro insigne leonés, que en ya los 90 de su edad, continúa dándonos ejemplo de belleza literaria y de honestidad personal.

Algo de lo que carece el mencionado ruso, imitador de aquel gran Potemkin, el amante de Catalina la Grande y su cómplice en la rebelión contra el infeliz y cornudo Pedro III, a quien arrebataron el lecho y el trono en 1762. Potemkin, conquistador de Crimea y fundador de la ciudad de Jerson, y cuyos restos han sido robados de la catedral de Santa Catalina por los invasores, y llevado el contenido de museos, bibliotecas y zoos, a presencia de Putin, el Gran Conquistador.

Un conquistador que, sin duda, y por este solo hecho ya pasará a la historia, lo mismo que nuestro presidente Pedro Sánchez por sacar de su tumba al mismísimo Franco, nuestro último dictador. Pero, mientras tanto, la única elección que les deja a los ucranianos, en el comienzo de este tiempo de frío helador, es elegir su modo de muerte, si la eligen por frío o por desesperación.

Y cuando todo haya terminado tal vez reúna en uno de esos salones grandes y vacíos a su gente para ordenarles que utilicen el método ‘PuebloPotemkin’, que consiste en construir tan solo las fachadas de los edificios a lo largo de las grandes avenidas para que el mundo pueda comprobar la eficacia de su gestión.
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