"Hemos sepultado el debate sobre la enfermedad"

Sergio del Molino reflexiona en ‘La piel’ sobre "la configuración de monstruos" que han sufrido la psoriasis y se han visto afectados de alguna manera u otra en sus decisiones por esta dolencia cutánea

Europa Press
28/05/2020
 Actualizado a 28/05/2020
El autor de la publicación Sergio del Molino. | EUROPA PRESS
El autor de la publicación Sergio del Molino. | EUROPA PRESS
El escritor Sergio del Molino reflexiona en ‘La piel’ (Alfaguara) sobre la «configuración de la identidad de monstruos (buenos o malos)» como Stalin, John Updike o Cindy Lauper, que han sufrido la psoriasis --una enfermedad cutánea-- y de alguna manera u otra se han visto afectados en sus decisiones por esta dolencia.

Precisamente, la publicación de este libro –terminado a finales de 2019– ve la luz cuando la enfermedad está en el foco del debate, debido a la pandemia de coronavirus. Y Del Molino ha aludido a ella en una entrevista con Europa Press, lamentando que «se haya hecho mucho esfuerzo por ignorar el debate» sobre la enfermedad».

«Aunque los casi 30.000 muertos no hay quien los obvie, hemos sepultado el debate. Hemos hecho un montón de esfuerzos por volvernos animosos, centrándonos en todo lo que no es la muerte: en si estamos confinados, en cómo nos afecta el encierro...pero sobre la condición de de enfermo y el compromiso de la sociedad para cuidarlos, no», ha señalado.

Por el contrario, el autor de ‘La Hora violeta’ cree que se ha creado «una moral inquisitoria, delatora y que señala al enfermo como un apestado, como en el siglo XVI cuando los encerraban». En general, Del Molino considera que la sociedad actual «se relaciona muy mal» con la enfermedad, y una pandemia como la del coronavirus «no cambia nada».

«Se decía que toda esta relación con la enfermedad iba a cambiar, esa ignorancia de la muerte...nos iba a hacer más reflexivos y a tener presentes el dolor y el sufrimiento de una forma mucho más carnal, a la manera de otros siglos. Pero no ha pasado nada de eso. Es terrible que en el siglo XXI tengamos los mismos resortes que una sociedad medieval dominada por la superstición», ha criticado.

Por ejemplo, el escritor recuerda el «aplauso de hipocresía» a los sanitarios en este periodo, que tiene «mucho de darse ánimos a uno mismo». «No creo que haya una reflexión profunda y seria sobre la necesidad de los enfermos de ser cuidados», ha añadido, para luego explicar que de la enfermedad «no se puede aprender».

¿Aprender de la enfermedad?

«La enfermedad se sufre y la supera el enfermo. Aprendes a observar, a sufrir una serie de desprecios y ninguneos que no sospechabas cuando estabas sano, pero nada más: yo no he aprendido ni como enfermo ni como padre de enfermo», ha apuntado el escritor, quien precisamente también sufre de psoriasis.

‘La piel’ no es un ni un diario intimista ni un libro en el que el autor se recree en la autocompasión, tal y como explica el propio Del Molino, sino una obra con un estilo ensayístico en la que se habla de cuestiones que vienen a través de la piel como «la vergüenza, la obsesión de la pureza, la estética o el racismo».

«Uno no le da importancia a la piel si está sano, es algo totalmente irrelevante. Pero en realidad tiene una importancia capital, hay una industria millonaria dedicada exclusivamente a la piel y a nosotros nos preocupa que se arrugue, otros se meten colágeno, se hacen tatuajes o la consideran la fuente de la eterna juventud», ha asegurado.

Uno de estos ejemplos es Stalin, retratado en el libro en sus baños en Sochi en la piscina junto a su mejor amigo y su hijo adoptivo. «Tengo la teoría literaria de que a Stalin la pulsión exterminadora le venía de la incomodidad que sentía por rascarse: su venganza contra el mundo por haberle maldecido de esa forma fue exterminarlo», ha comentado con humor.

«Yo no le había dado más importancia a mi enfermedad en la adolescencia, pero leyendo vidas de otros por pura curiosidad, descubro que sí les ha afectado, desde la desesperación a un cambio de carácter a peor, pasando por otra manera de ver el mundo. Esta es una galería de monstruos, unos buenos y otros malos: unos son luminosos, como Updike o Nabokov, y a otros les despierta los peores instintos asesinos», ha concluido.
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