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¡Hasta aquí hemos llegado!

18/12/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Pedro Sánchez, le soltó un golpe directo a la cara de su aturdido rival: «Usted no es una persona decente». Mariano Rajoy, el adversario, casi noqueado le respondió: «¡Hasta aquí hemos llegado! Su afirmación es ruin, miserable y mezquina». Aunque parezca el guión de una de esas películas que regalarías a tu amigo el macarra por Navidad, en realidad es parte del debate entre los dos más firmes candidatos a presidir el gobierno de España. La acusación de indecencia de Pedro nos evocaba el papel nuclear de Mariano en la corrupción del PP (no podemos olvidar aquel «Luis, sé fuerte»). Mariano no pudo por menos que recordar a Pedro los casos de corrupción en los que el PSOE anda metido. Ambos candidatos nos rememoraron los ‘excesos’ de estos 40 años de bipartidismo. Sí, Mariano y Pedro, ¡hasta aquí hemos llegado!

Después de estos tristes espectáculos televisivos resulta difícil humanizar y hacer atractivos a los políticos. Pero nuestra ‘teledemocracia’ lo intenta apoyándose en las más descaradas artes publicitarias. Un pionero en estos ‘recates de imagen’ fue Pedro con su aparición estelar junto a Jorge Javier en ‘Sálvame’. Mariano estuvo magnifico demostrándonos su pericia en el futbolín y en la preparación de mejillones en la casita de Bertín. Soraya se jugó la vida en El Bierzo practicando los más extremos deportes junto a Calleja. Albert, no pudo ser menos, pilotando un cochecito en El Hormiguero. Pablo, guitarra en mano, adormeció a María Teresa Campos con la popular nana ‘Duerme negrito’. Sí, ¡hasta aquí hemos llegado!, la política se ha convertido en un entretenimiento frívolo que se adapta a la lógica televisiva del consumo y el espectáculo.

¡Esto es ahora la política! Un espectáculo para indecisos, mediático y personalista. Se teatralizan un limitado abanico de propuestas que, en general, tienen que ver sólo con lo económico. Es decir, ¡ofertar más dinero para la vulgo!. ¿Quién da más? El elector no es más que un pasivo telespectador que disfruta de la representación de políticos con ‘madera de actores’, que estimulan a nuestros miedos y entusiasmos. En la nueva ‘telepolítica’ las emociones han aplastado a las ideas.

Y ….. ¿el futuro? No es difícil imaginar que en próximas legislaturas, la elección de nuestros gobernantes se dilucidara en un orwaliano Gran Hermano ‘VIP-Político’. Durante unas semanas nuestros más célebres candidatos nos enseñarían sus intimidades junto a sus propuestas políticas intentando evitar las expulsiones que ‘democráticamente’ decidirían los ‘teleelectores’. El premio final: la presidente del Gobierno. Si, ¡Hasta aquí podríamos llegar!
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