Hagan caso a Ramón

Por José Luis Barreales

16/09/2021
 Actualizado a 16/09/2021
Ramón González, antes de su debut como entrenador en el Reino de León. | MAURICIO PEÑA
Ramón González, antes de su debut como entrenador en el Reino de León. | MAURICIO PEÑA
Ramón González Expósito es de esos tipos que no te puede caer mal. Tiene cara de buena persona, habla claro, sin levantar la voz y sin grandilocuencia superflua. Me recuerda al amigo sereno y con las cosas claras al que llamas cuando te encuentras antes una decisión difícil de tomar. Pocas veces he escuchado una mala palabra hacia su persona. Puede que esto sólo sucediese la temporada que hacía de segundo de Ferrando y parece que en alguna ocasión chocó con el técnico catalán en un vestuario que parecía un avispero. Por ello cuando, una y otra vez, habla de “familia” recuerdo aquel grupo desunido con el que convivió el hoy primer técnico. Él busca todo lo contrario. La unión hace la fuerza.

Para esa unión resulta fundamental la afición. El domingo, en el tiempo de descansó, mientras sus jugadores se motivaban en el vestuario para remontar, él salió al campo. «Quería dar la cara fuera», comentó en rueda de prensa. «Las críticas a mí. Que no me toque a los chavales», pareció decir con su actitud corporal sobre el césped después de que Dani Sotres hubiese escuchado varios pitos desde la grada. Por esto también dijo: «Desde el día que llegué aquí es contra lo que quiero luchar. El vestuario es una familia, y eso tiene que transmitirse de dentro afuera. Que en la tercera jornada haya ese ruido no es bueno para nadie». Por supuesto que no es bueno. Si tú en tu trabajo la cagas -seguro que alguna vez ha sucedido- y al día siguiente cuando vuelves escuchas murmullo por parte de tus compañeros, las dudas volverán a tu cabeza y las posibilidades de volver a fallar se multiplicarán. A Sotres, o cualquier jugador, le pasa lo mismo, no te engañes. No son robots.

Ramón insiste en una idea que viene repitiendo desde su presentación: «Quiero transmitirles unidad». Habla de la afición. Fría, criticona, por momentos, y cazurra como es la parroquia del coliseo leonés. «Que la gente venga a disfrutar porque ve un equipo comprometido. Quiero conseguir esa simbiosis». Y esa relación beneficiosa para ambas partes sólo se consigue desde el cariño y el respeto. Así que el próximo día que vean a Sotres denle una palmadita en la espalda. O, lo que es lo mismo, un aplauso desde su asiento en el Reino. Él lo agradecerá, y, por consiguiente, el equipo y la ciudad. ¿Hacen caso a su buen amigo y consejero? Pues con Ramón, lo mismo. Háganle caso.
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