23/01/2015
 Actualizado a 18/09/2019
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Decía un escritor de novela negra que los hombres sólo mataban por tres motivos: por amor, por dinero o por encubrir otro crimen. Uno, ávido lector de este tipo de literatura, cree que, para los libros, está muy bien la precisión; aunque no sabe si será verdad para la vida.

El hombre mata por amor y por dinero; y por envidia, y por odio, y por venganza...; si a todos estos motivos le añadimos un toque de fanatismo, una pizca de ginebra, un leve matiz de farlopa y mucha dosis de tontería, tenemos el cóctel perfecto para matar.

No sé si sabéis que asesino proviene de la palabra ‘hashshashín’, una secta fundamentalista ismailita. El viejo de la montaña, un tipo que mandaba un huevo, tenía una fortaleza en el norte de Irán, Alamut. Mataba, como siempre, por imponer sus ideales. Sus secuaces perdían el miedo tomando hachís y con la promesa de gozar del paraíso si morían en el intento.

Matar... Desde Caín y Abel hasta que este mundo salte por los aíres, ha sucedido y sucederá. El hombre es un mal bicho y tiene el ansia y la golisma de la sangre. De otro, por supuesto.

Han sido asesinados doce cómicos. No tenían por que morir. Lo hicieron porque los fanáticos estaban puestos de ‘soma’ hasta las trancas. Ellos quieren ‘Un mundo feliz’, donde todo se rige por sus normas, por sus ideas, por sus creencias. Les da lo mismo el precio que tengan que pagar; les da lo mismo la conciencia, o la falta de ella; les importa un bledo la tolerancia, el respeto, el amor al prójimo que es el principio y el fin de todas las religiones monoteístas.

No me estoy metiendo con los mahometanos. Los católicos y los protestantes tenemos mucho que callar. Desde hace dos mil años, hemos sido expertos en acabar con todos los que no creen lo que nosotros creemos. Desde hace dos mil años, hemos predicado la mentira y la hemos practicado. Todas las guerras de religión se hacían, nos han contado, en nombre del que murió crucificado en el medio del Gólgota. No es verdad. Lo cierto es que se hicieron en nombre de los que crucificaron a sus lados. Pero era tan buena la excusa que la interiorizamos como cierta. Desde Caín y Abel, hemos matado por odio, por envidia, por lujuria, por ambición...

Estos profetas modernos de la muerte, hacen, poco más o menos, lo mismo. ¡Viva la muerte!, hacía gritar el contrahecho de Millán Astrain a sus soldados antes de entrar en batalla. ¿Qué podemos esperar de estas ideologías llenas de odio? Nada bueno. Doce hombre muertos sin ningún motivo. Pintar monas nunca es motivo para morir. ¿ A ver si tenía razón aquel escritor de novela negra?

Salud y anarquía.
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