xosepe-vega-webb.jpg

Hace falta más que una Mesa por León (y 2)

25/11/2021
 Actualizado a 25/11/2021
Guardar
En la primera parte de este artículo iniciábamos una reflexión sobre qué otras cosas necesita León, más allá del establecimiento de un necesario foro de diálogo que nos permita convenir, con el mayor grado de consenso posible, cuáles son las oportunidades de desarrollo social y económico y determinar las acciones concretas que eviten que volvamos a perder el paso del desarrollo, tal y como viene ocurriendo durante muchas décadas.

Señalábamos así que, en nuestra opinión, es necesario un cambio profundo de modelo de gestión que apueste por un nuevo enfoque de análisis estratégico basado en lo concreto y en la realidad de nuestro territorio, encarnado en nuestra propuesta de creación de una Agencia de Desarrollo Económico y Social de la provincia de León, inspirada, a su vez, en la exitosa experiencia de la Highlands and Islands Enterprise. Pero decíamos también que es imprescindible superar la situación actual en la que las decisiones se vinculan de forma desmesurada al interés electoral y al mantenimiento de un sistema de clientelismo político. Una cosa es tener convicciones fuertes sobre el modelo social del país y agruparse en partidos para defenderlas, y otra muy distinta actuar desde el partidismo. Las posiciones de parte solo tienen utilidad colectiva y comunitaria cuando se ejercen bajo la premisa de la transacción y la búsqueda del acuerdo. La actitud partidista, por el contrario, nos parece como la del campesino que ara y ara todas las tierras, una vez tras otra, sin distinguir las que ya están sembradas.

Pero en la solución de este problema de actitud y en un nuevo espíritu de compromiso y lealtad con el conjunto de la ciudadanía leonesa tampoco está la panacea que cure todos los males de León. En nuestra opinión, otras muchas cosas han de cambiar.

Es necesario cambiar, por ejemplo, la visión tan absolutamente simplista que en la actualidad un buen número de personas practican sobre la reindustrialización de la provincia. Un simplismo que lo reduce todo a algo parecido a que nos toque la lotería. Pues con nada más adecuado se puede comparar la idea de que la transformación radical de nuestra actual situación económica depende de la instalación de un gran y único proyecto industrial. Podríamos bautizarlo como ‘complejo de Perceval’, el mítico caballero del ciclo artúrico que dedicó su existencia a la búsqueda del Grial. Pero además es una actitud que muestra un importante componente de elusión de responsabilidad.

Suele concretarse en atribuir a nuestros representantes políticos el papel de ‘conseguidores’, de nuevos buscadores de tesoros míticos como el de la Isla del Roble en Nueva Escocia, priorizando el relato de la búsqueda sobre cualquier otra cosa, incluso sobre sobre la existencia misma del tesoro. Aquí lo importante es el fascinador alimento psicológico que esa eterna exploración aporta, sin importar cuánto nos aleja de la realidad, y cuánto desvirtúa el papel de ‘representantes’ de los intereses colectivos para el que verdaderamente nuestra nómina política ha sido elegida. Y es que, para representar nuestros intereses colectivos, primero hay que tener claro cuáles son esos intereses, y ese posiblemente es uno de nuestros muchos problemas. Poca responsabilidad colectiva se tiene en la solución del problema cuando construimos relatos legendarios para evitar asumir que el interés colectivo toma forma cuando se acepta voluntariamente un cierto grado de cesión en el interés particular.

El futuro de León se nos presenta así como un horizonte mítico al que nunca se llegará. Se elude pensar en que lo más razonable sería creer en un futuro basado en el fortalecimiento de nuestro actual tejido económico. Y se elude por egoísmo.

Cierto es que hemos podido escuchar en muchas ocasiones a las patronales leonesas que hay que apoyar a nuestro actual tejido empresarial, y que éste es una pieza fundamental de nuestro futuro. Pero cuando esta reivindicación se hace con el objetivo de activar mecanismos insolidarios, como son los que proponen situaciones de privilegio dentro de nuestro sistema fiscal, o de reducir al evidente déficit de inversiones e infraestructuras públicas el análisis sobre las causas de nuestro pobre dinamismo económico, mientras se oculta deliberadamente que no es posible conciliar un alto nivel de intervención pública con un bajo nivel de recursos obtenidos mediante la participación fiscal, entonces no podemos por menos que calificar el relato empresarial como partidista y mendaz.

La potenciación industrial de León partiendo de nuestra actual capacidad productiva es un asunto que merecería mucho tiempo de reflexión y muchas ganas de llegar a acuerdos. En nuestra opinión no es compatible con ideas de manual apropiadas para otras realidades económicas no tan dependientes del consumo interno como es nuestro caso, y mecanismos e instituciones financieras que sí responden a esas realidades, pero no lo hacen respecto a la nuestra.

Los más reputados economistas de esta provincia llevan décadas señalando la íntima relación que existe entre el declive económico leonés y la desaparición de las instituciones financieras propias. Algo habrá que hacer en este sentido para corregir la situación, máxime cuando hablamos de una provincia líder en depósitos de ahorro. Fondos que sirven para financiar proyectos industriales y empresariales, pero en su inmensa mayoría no se localizan en León. Quizás es esto lo que deberían estar reivindicando nuestras asociaciones patronales a los gobiernos que cuentan con capacidad normativa y de aval.

Tampoco parece un buen camino para el reforzamiento de nuestro actual tejido económico la afiliación fanática e irreflexiva a las tesis de la devaluación salarial como mecanismo de crecimiento empresarial.

Es probable que sirva al siempre corto de vista interés particular de cada empresa, pero no ayuda en nada a la activación económica y al crecimiento del conjunto de tejido empresarial. Lo hemos repetido miles de veces, y lo decimos de nuevo aquí: la mayor parte de nuestra economía provincial tiene clientes locales y solo el incremento de la capacidad de compra y de ahorro del conjunto de la ciudadanía puede empujar al alza nuestra economía. Que ese es, sin embargo, el concepto predominante lo muestran a las claras la cantidad de convenios sectoriales que en la actualidad tienen bloqueada su renovación (con la ayuda imprescindible de esa Reforma Laboral que estableció la pérdida de la ultraactividad de los convenios colectivos o la primacía aplicativa del convenio de empresa) o que los planteamientos negociadores de la patronal se muevan en incrementos salariales para este año de prácticamente el 0 % en muchos sectores cuando la inflación interanual ya supera el 5 %.

Así que además de una Mesa por León, y de una actitud reivindicativa con los gobiernos con competencias en el territorio y con los partidos políticos que sostienen esos gobiernos, tampoco nos vendría mal una patronal con visión del territorio y con voluntad de ser un motor más de la construcción de un futuro para León, no entendido éste como un mero paisaje lleno de instalaciones industriales que aportan grandes beneficios a unos pocos, sino como una comunidad de gentes que se reparten justamente la riqueza que ese territorio, sin duda alguna, tiene y mucha.
Lo más leído