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Hablando de la República

29/12/2020
 Actualizado a 29/12/2020
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Don Pablo Iglesias Turrión, que prometió solemnemente lealtad a la Constitución Española y al Rey, se ha empeñado en derribar la monarquía. Una de sus últimas ocurrencias ha sido animarnos a debatir en la nochebuena, mientras el Rey Felipe VI dirige su discurso a la nación, sobre la importancia que tiene para España que venga una Tercera República. Ciertamente no he tenido oportunidad de entablar este debate, pues mi perra Kuky permanece felizmente ajena a este tema, como la mayoría de españolas y españoles. No obstante, la sugerencia del vicepresidente del moño me ha brindado la ocasión de reflexionar sobre el tema republicano.

Me ha venido a la memoria la experiencia de la infancia, cuando coleccionaba sellos, al ver que los había de la República Francesa, República Argentina, República Italiana… y me costaba conjugar esa experiencia con la connotación que la palabra república tenía en España. En efecto, hablar aquí de La República era hablar de violencia, de caos, de quema de iglesias y matanza de curas… Con el tiempo y el estudio llegué a entender que el modelo republicano, bien llevado a la práctica, es una forma muy digna de gobierno democrático; pero también que en España las dos experiencias republicanas han sido desastrosas. Lo fue la primera y también la segunda, a pesar de la gran acogida que tuvo en sus primeros momentos. Y mucho nos tememos que, a juzgar por lo que están haciendo quienes aspiran a gestionar la tercera, sería aún mucho peor. Una república bananera.

Otra cosa es que tuviéramos un presidente de república con la preparación, la sensatez, la prudencia, el aplomo y el amor a España de Felipe VI. Afortunadamente la Constitución Española nos permite tenerlo como Jefe de Estado sin necesidad de ninguna lucha partidista. Ello nos pone además al mismo nivel de importantes y desarrolladas naciones europeas como Inglaterra, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Suecia, Noruega… con sus respectivas monarquías parlamentarias.

Una cosa es la teoría y otra la práctica. No es difícil poner con nuestros votos a auténticos dictadores en el gobierno de la nación ni es imposible que presten un mejor servicio al pueblo personas que no hemos elegido: médicos, maestros, empresarios, fuerzas del orden… y también el Rey. Ni es lo mismo predicar igualdad y justicia de boquilla que sacar adelante una nación. Ignoro si en los hogares donde la gente se reunió para celebrar la nochebuena se habló de la república, pero espero no equivocarme si digo que probablemente la figura del rey Felipe VI salió ampliamente reforzada.
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