carmen-busmayorb.jpg

Habemus episcopum

12/06/2020
 Actualizado a 12/06/2020
Guardar
Han transcurrido algunos días, pocos pero parecen muchos, desde el primer aniversario de la inesperada muerte de Juan Antonio Menéndez Fernández (15, mayo, 2019), nacido en Villamarín de Salcedo, Asturias, primer obispo español elegido por el papa Francisco el 18 de noviembre de 2015 con destino a la diócesis de Astorga para suplir al orensano y actual obispo emérito astorgano Camilo Lorenzo Iglesias apartado por razones serias de salud del episcopado astorgano. Previamente obispo auxiliar de Oviedo, el nacido en Asturias, hombre comprometido, bueno, dinámico, valiente (abordó, por ejemplo, el recrudescente asunto de la pederastia religiosa en un pasado no demasiado lejano en este territorio dependiente de la archidiócesis de Oviedo, llegando a enviar una carta a una víctima pidiéndole disculpas, junto con otros delicados asuntos distantes o no como fue presidir una comisión dirigida a los inmigrantes), de tan permanente y contagiosa sonrisa que se le llamaba el obispo de la sonrisa. No obstante aunque se ha ido muy pronto enseguida se hizo con el cariño de sus diocesanos, tanto que las puertas de nuestro corazón se han abierto para él , es más, siguen abiertas, algo que muy pocos obispos logran en tan poco tiempo y con tan complejos problemas como los que se encontró sin comerlo ni beberlo.

Tuve la inmensa suerte de conocerlo, pues suerte inmensa es conocer una persona como él. Ha pasado un año de su adiós a la vida y se echa mucho en falta, sobre todo su anciano padre (quiero creer que sigue vivo; lo desconozco) al que diariamente sacaba a pasear en su silla de ruedas y con quien compartía alojamiento y vida a este sonriente obispo que para colmo de males, pues no bastaba con su pérdida, no se ha podido celebrar ni siquiera una misa de cabo de año como Dios manda por su alma. El espantoso, mortal Coronavirus se interpuso y lo ha impedido. Pero se hará. Intuyo que se hará, incluso no tardando. Claro que el Covid-19 tiene que desaparecer. Pero a lo mejor él desde el cielo nos ayuda. Seguro que se ha amistado muchísimo allí también.

Como he dicho murió repentinamente, sin poder darle un beso a su progenitor. Repentinamente también había fallecido Antonio Briva Mirabent, el obispo catalán de Sitges al cual hallaron muerto las monjas del seminario astorgano, lugar donde habitaba. Su sucesor, Camilo Lorenzo Iglesias, ya citado, lleva años siendo víctima de una enfermedad insidiosa junto con otras complicaciones esperando la muerte desde el mal del olvido. La verdad es que la muerte, en lo tocante a los obispos últimos de la diócesis asturicense, mejor no hablar.

Los diocesanos de Astorga acabamos de estrenar obispo. Elegido, obviamente, por el papa Francisco, constituye el número 138 de esta sede. Ya era hora. Se llama Jesús Fernández González, leonés de Selgas de Ordás, con 64 años vividos en su mayoría en la provincia y la capital de la Pulcra Leonina, obispo auxiliar en este caso de Santiago. Su labor sacerdotal o profesoral se ha desarrollado en su mayoría en esta provincia bajo la ‘tutela’ del obispado leonés. Como nota curiosa : ha sido capellán de la Cultural y Deportiva leonesa S.A.D. donde tiempo atrás asimismo dio patadas al esférico.

Observo que he escrito tal vez poco sobre el nuevo obispo de la diócesis astorgana, la mía. No importa. Hay que dar tiempo al tiempo, además «Por sus frutos los conoceréis». Lo dejo. Eso sí, ojalá desarrolle su público propósito ‘Evangelizare pauperibus’. Mientras tanto, feliz y episcopal regreso a casa.
Lo más leído