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Goya, Ucrania y Stranger Things

30/09/2022
 Actualizado a 30/09/2022
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Anteayer estaba viendo un capítulo de ‘Stranger Things’, la serie sobre fenómenos paranormales en un pueblo de EE UU, y esa cosa palpitante, esa amenaza informe que se cierne sobre sus habitantes, me recordó mucho a algo conocido, no sabía muy bien qué. A medianoche me desperté y me acordé: las Pinturas Negras de Goya.

La primera vez que fui a verlas al Prado yo estudiaba en la universidad. La sala estaba vacía. Y con esa iluminación baja y ese silencio, me daba la sensación de entrar dentro de una pesadilla. En un mundo paralelo, en el otro lado de algo tenebroso y violento. Fue un shock, me entraron ganas de escribir un cuento gótico y terrorífico. De hecho, lo empecé y jamás lo terminé.

Hace dos días regresé a esa sala, y ahí siguen, con toda su fuerza, su modernidad expresionista o abstracta o lo que sea. Esta vez había bastantes visitantes, que las admiraban con reverencia. Esos ojos saltones, esos gestos torcidos, esas sonrisas desdentadas. El akelarre, Saturno devorando a sus hijos. El paisaje disuelto. Goya como alguien que estuvo al otro lado, que vio lo que nadie había visto. Vio los desastres de la guerra. Los rostros de los que mueren, los rostros de los que matan. Me imagino a un hombre solitario caminando entre los muertos, contemplando, horrorizado la carga de los soldados franceses contra el pueblo de Madrid. En su cabeza todo era silencio, imágenes silenciosas del horror. Me imagino a un hombre que se encierra en su casa. La quinta del sordo, con todo ese horror sobre los hombros y lo vuelca en las paredes de esa casa. Me imagino a un hombre que creyó en los aires de libertad que traerían los franceses, y la desilusión que fue descubrir lo contrario, la barbarie que asoló España. Alguien, no recuerdo quién, dijo que Napoleón fue uno de los mayores depredadores de la historia. En aquella España del XIX murieron 300.000 personas. Esta reflexión me lleva irremediablemente a la guerra en Ucrania. A otro depredador. A otro país devastado por la invasión de un país vecino. A otro país horadado de fosas comunes. Imagino a algún artista intentando captar con su pintura o su cámara o sus manos ese horror. Con la intención de que el arte dé testimonio, procese el horror y lo transforme en algo distinto que nos haga sentir, que nos haga pensar.

Creo que el buen arte tiene ese poder transformador.Que más de doscientos años después, las Pinturas Negras de Goya nos impacten así lo demuestra.
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