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Gobernar por error

27/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Hoy me siento tan extraño como cuando a uno le cambian la ciudad que se asoma detrás de los cristales al levantar la persiana una mañana. Y ya no está aquel árbol escuálido, ni la farola que a veces se funde, ni la ventana de enfrente con las cortinas color crema. Me han mudado de página y ahora siento la responsabilidad de estar más cerca del solemne editorial, miro de reojo y no veo al resto de columnistas de siempre,con los que he compartido tinta desde que me dieron la oportunidad de marcharme con mis palabras.

Estoy de mudanza como andan en los ayuntamientos ylas diputaciones. Allí encima hacen cajas sin saber todavía dónde enviarlas. Mientras no haya gobierno municipal gobernar es un trámite de tres minutos que es lo que duró ayer el último pleno ordinario de la legislatura (incluyendo un minuto de silencio contra la violencia machista) antes del conocido como «pleno escoba» en el que se barrerán también los despachos. Dos minutos, es el tiempo de una ciudad en desgobierno desde el 26 de mayo. Además, con el trajín he perdido palabras. Igual que algunos se empeñan en que han perdido votos en las mesas electorales y andan buscándolos por los juzgados. Le insisten a la presidenta que recuerde el recuento y si fue un error de transcripción lo que reflejó aquel sorpresivo acta que, sin embargo, bien valía una alcaldía (Vox mediante). Que si fue un error los políticos beneficiados se vuelven más funcionarios públicos que nunca y se aferran a la validez de la burocracia. Los errores también gobiernan y están permitidos en el juego aritmético de la política. Recuerden como un error en la votación de dos diputados tumbó hace un año la renovación de la cúpula de RTVE o en 2012 en Extremadura la equivocación de un socialista permitió la supresión de la paga extra a los funcionarios. Por eso qué más da si el PP hubiera terminado gobernando por error durante cuatro años. Ya decía Diderot que «los errores pasan y solo la verdad permanece», aunque sea la verdad oficial. Esquinas de la democracia.

Hoy me siento extraño. Estilizado y breve, bajo de caracteres. Desorientado en una cama prestada. Creo que impugnaré esta página.
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