08/05/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Cuando empezó a popularizarse la Política Agrícola Común (PAC), a principios de los años noventa, el girasol era el cultivo más subvencionado, lo que desencadenó las siembras en muchas fincas que después no llegaban a cosecharse. Esto dio una mala imagen del sector perjudicando sobre todo al profesional que vive de la venta de sus cosechas y que utiliza las ayudas que puedan corresponderle para invertir en el campo generando riqueza y empleo. Años después pasó algo similar con el lino, y más reciente, utilizando pastos para justificar derechos de pago sin necesidad de ser pastados. Pues bien, este año, contra la lógica empresarial y agronómica, muchos agricultores sembrarán sus fincas de girasol, por lo que será común ver campos floridos, con su llamativo amarillo, en los meses de julio y agosto. El girasol, hoy por hoy y mientras no haya nuevos avances, no es un cultivo rentable en los regadíos leoneses. A diferencia de los años noventa, no se va a sembrar por ser un cultivo subvencionado –la ayuda directa que percibe es irrelevante–, pero se va a sembrar porque la nueva PAC exige a muchos profesionales tener al menos tres cultivos en la explotación, obligando a la desesperada a sembrar girasol para cumplir dicho requisito. Un vez más, las normas de la Política Agrícola Común van contra la lógica agronómica y contra el sentido común, y en este caso, dado que la opción supone una pérdida de ingresos, también contra la lógica empresarial. El diversificar cultivos se ha impuesto por los legisladores europeos como una medida más ecológica con el fin de legitimar socialmente los subsidios agrarios. Pues bien, más vale que el ver nuestros campos con flores amarillas, en medio de tanto maíz de destellante verde, sirva para agradar a la sociedad, porque a los agricultores lo que le va a reportar es pérdidas económicas. En el Páramo leonés se necesitan cultivos que superen en ingresos al del maíz –y el girasol ni se aproxima–, pues de lo contrario es imposible afrontar los gastos corrientes de la cosecha, los costes del agua de riego, y la modernización de los regadíos.
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