En las tierras donde proliferan los gatos y sufren los ratones, todos nuestros pueblos, la convivencia gatuno-humana les ha regalado una expresión que les sirve para explicar muchas cosas y en estos tiempos casi les sirve para explicar el mundo, al menos el nuestro. Ante la pregunta de dónde está quien no está llega la expresión: «Hizo fu como el gato».
Al gato casi nunca lo ves –Mauri con su objetivo es una excepción– y él aguanta la postura hasta que ya no puede más. Emboscado detrás del respaldo te ve venir sin mover un músculo y cuando ya no hay solución, cuando coges la silla y te vas a sentar es cuando escuchas el bufido, «el fu»del gato que sale como una exhalación.
Tal vez por ello no sea excesiva sorpresa comprobar que nuestro mundo más cercano en una sucesión de gentes que hacen «fu» como el gato.
Se fueron los niños de los pueblos haciendo fu porque no había escuela. Se fueron los maestros porque no había niños.
Se fueron los jóvenes de los pueblos haciendo fu porque no había trabajo.
Se fueron los jubilados porque les hacían falta a los hijos para cuidar a los nietos y para aportar algo a una economía de pobres trabajadores.
Se fueron las empresas porque tienen tanta jeta como Vestas y ganar 400 millones al año les parecía una pijadina de poca índole.
Se fueron las empresas mineras porque el pozo que más carbón produce es el musel de Gijón.
Fu, fu y otra vez fu. Pero los gatos han tenido la decencia de quedarse y cuando mueves cualquier piedra escuchas como el gato hace «fu». Pero no huye.
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