Frente a la adversidad, resignación

Los mayores en las residencias han visto sus rutinas trastocadas por la crisis del coronavirus, pero en muchos casos "lo han asumido mejor que sus familias"

P. Ferrero
22/03/2020
 Actualizado a 22/03/2020
Los usuarios de las residencias son, en su mayoría, conocedores de la situación y asumen las medidas. | MAURICIO PEÑA
Los usuarios de las residencias son, en su mayoría, conocedores de la situación y asumen las medidas. | MAURICIO PEÑA
En estos días en los que el caos y la incertidumbre reina en cada rincón, en los que la sobreinformación y los mensajes de pánico por la pandemia del coronavirus bombardean los dispositivos móviles y las redes sociales, apenas quedan momentos para la calma o la reflexión. Pero sí hay quienes, por edad, por experiencia… han aprendido a ver las cosas con perspectiva. Gente que se ha criado en otra generación; personas que parecía que lo habían vivido todo y que ahora afrontan un nuevo reto, quizá para muchos el más duro, con una sorprendente y admirable resignación.

Ellos son la población de riesgo a la que ahora, más quenunca, es necesario cuidar y proteger, y también los que siguen dando ejemplo, una vez más, a los más jóvenes.Es el caso de los usuarios de las residencias de mayores, que se han visto obligados a prescindir de sus rutinas, en cuestión de días. Sus hábitos se han visto trastocados por el estado de alarma, y una de las medidas que más ha impactado es la restricción de las visitas de sus familiares. Una situación a la que, al menos en un primer momento, se han enfrentado con entereza y comprensión, «incluso por parte de aquellos que parecía que no lo iban a entender», señala la psicóloga Silvia Pérez, que trabaja día a día con este colectivo en un centro leonés y ha podido ver, de primera mano, la capacidad de la gran mayoría de los usuarios con los que está en contacto –en torno a un 70-80%– , de afrontar esta nueva adversidad. En muchos casos, de hecho, «mejor que sus familiares», sostiene la profesional. En este punto, los centros, al menos algunos, están haciendo un esfuerzo extra para tranquilizarles a base de vídeos, llamadas y demás recursos que tienen a su alcance.

La mayoría de los usuarios están al corriente de la situación y "asumen las medidas con resignación"En lo que respecta a los usuarios, esta psicóloga señala que «al principio había mucha incertidumbre. Nos veían a nosotros con las mascarillas y preguntaban extrañados, pero una vez que se les explicó, la mayoría lo entendió y lo asumió. Están al tanto de todo lo que va saliendo, y lo que sí preguntan es si esto se va a alargar mucho». Esto no quita para que el ambiente que se respira en los centros de mayores sea de «tristeza», algo más que comprensible dadas las circunstancias; pero más notable es su «entereza»; sobre todo la de los nuevos ingresos, usuarios que preocupan de manera especial ya que, según esta profesional, «si de normal la adaptación es un proceso duro, en estas condiciones muchísimo más».

Ahora, en muchos de ellos, afloran recuerdos y vivencias pasadas que quizá, en muchos casos, estaban más que enterradas en sus mentes. Hay quien recuerda, no por experiencia propia, ya que a ellos también les queda atrás, sino por testimonios de sus progenitores o allegados, anécdotas que se remontan a principios del siglo XX, asociando esta pandemia a la mal denominada gripe española o «mal de moda», como algunos lo llaman. Explican lo que esta enfermedad supuso para la población española, ya que, por entonces, «del resto del mundo no teníamos noticias», señala una usuaria del centro en el que trabaja la psicóloga Silvia Pérez. Otros, sin embargo, prefieren mirar al futuro, y temen las secuelasque puedan derivar de esta crisis.

La restricción de visitas puede causar un impacto emocional, por eso es necesario explicar y escucharPero el tiempo pasa, y las consecuencias emocionales que pueden derivar de la privación de las visitas de sus parientes es lo que más preocupa a los profesionales del sector, que en la medida de lo posible tratan de mantener sus rutinas, así como de llenar el vacío que dejan sus familias con otro tipo de actividades, principalmente lúdicas. A eso se añade el factor humano de los trabajadores de los centros, que en estos momentos juegan un papel esencial. Y de manera especial, el «profesional de referencia»; una figura que, como ha explicado la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de Castilla y León en un comunicado enviado a las residencias, en el que establecen una serie de recomendaciones para paliar las carencias psicoafectivas de este colectivo, se encarga de fortalecer los lazos de confianza con los residentes y la «necesidad de sentirse estimados, valorados y escuchados». Esto también cabe trasladarlo a los hogares en los que hay mayores. Padres, abuelos, hermanos, tíos... que aún tienen muchas cosas que contar. Y como de todo lo malo se puede sacar algo bueno, tal vez sea el momento de escucharles más; tiempo hay de sobra, y ellos son la voz de la experiencia.

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Las residencias de mayores se han convertido en el principal centro de atención de esta crisis sanitaria, dada la gravedad de la situación. A lo largo de estos días se han llevado a cabo una serie de medidas para evitar, en la medida de lo posible, que haya más focos de infección en estos centros. Desinfecciones y confinamientos para proteger sus vidas, y otras medidas para intentar salvaguardar también su salud mental. Y es que, según el comunicado de la Consejería de Castilla y León, las medidas adoptadas, y sobre todo la restricción de visitas, puede causar «un gran impacto emocional en el bienestar de los mayores». Señalan que en esta situación de confinamiento es «imprescindible dar relevancia al bienestar psicoafectivo de las personas residentes». Para ello, recomiendan que los usuarios de las residencias conozcan la situación, y favorecer su participación a la hora de intentar evitar el contagio. También deben conocer las causas de por qué sus seres queridos no van a verles, para evitar así que se sientan en una situación de abandono. Es necesario, asimismo, asegurar que tienen información de cómo está su familia, incluso, si es posible, mantener contacto por teléfono o whatsapp y agrupar a los mayores en torno a un profesional de atención directa y de referencia, para que sea quien canalice las comunicaciones con la familia y al que puedan trasladar su estado de ánimo. Mantener sus rutinas, en la medida de lo posible, también es importante. Pero sobre todo escucharles, entenderles. Algo que parece sencillo, pero que podría marcar la diferencia.
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