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Fracaso histórico de una política vulgar

19/11/2019
 Actualizado a 19/11/2019
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El virus de la ingobernabilidad ha buscado acomodo en los parásitos de la política que tienen como norte el egocentrismo. Un viento de estulticia y de miopía no les permite desarrollar la visión que les podía facilitar el retrovisor de sus vidas egoístas y desprovistas de sentimientos constructivos y desinteresados.

Todo se circunscribe al partido y los beneficios de los tribales que pululan en sus sedes para asegurar los beneficios de las subvenciones y el postureo del momento con el fin de llegar al maná del sillón calentito que les permita disfrutar de una gozosa jubilación, una puerta comunicadora con las sucursales del poder y una vida cómoda aunque no den la talla.

La perspectiva de una política trazada con el amor a la patria, a la región, al pueblo y al ciudadano se ha quedado en la pura demagogia y a la nación se la quiere trocear y deshilachar en aras de unas ideas trasnochadas y que siempre han originado enfrentamientos y males de todo tipo causando el retraso secular de nuestra querida España en la administración, la modernidad, la educación y las instituciones definitivas que recuperen el puesto histórico que le corresponde en el concierto mundial.

El resultado de las elecciones que hemos tenido que soportar nuevamente es el reflejo de una radiografía que corresponde a una sociedad políticamente enferma y que responde a las metas que quizás desean lograr ciertos entes influyentes en las guaridas del pensamiento ultramontano y de aquellos que reman cotidianamente en la dirección de sus propios intereses.

Nadie ha ganado pero todos lo han hecho y han sacado pecho como si hubieran descubierto el vellocino de oro. Nadie hace un análisis certero y veraz de la inmensa soledad, angustia y vergüenza que invade paulatinamente al pueblo español atónito ante tanto dislate.

Casi todos los partidos pierden votos debido a que no saben exponer sus ideas o bien han hecho dejadez absoluta en el ejercicio del poder, sobre todo los dos partidos mayoritarios.

El fantasma de la descalificación cuando se trata de resolver sin temblar el pulso asuntos tan peligrosos y preocupantes como el problema del separatismo, ya sea vasco o catalán, los gallegos están entrenando ante tanto disparate, asoma la patita siempre porque se les arruga la raya del pantalón cuando hay que colocar a los sediciosos y rebeldes en su sitio y se pacta con ellos bajo la mesa.

¿Tendremos que ir a otras elecciones para saber quiénes están de acuerdo con el fin de que la Constitución, el orden y la sensatez vuelvan a tener carta de naturaleza en Vascongadas y Cataluña, por ejemplo?

¿Habrá que esperar a otro envite para que se solucione el problema de las pensiones, el salario mínimo, el paro, las subvenciones descaradas para enmascarar ciertas políticas vergonzosas, el uso de fondos públicos en asuntos que producen sonrojo, las radicalizaciones sin sentido de grupos subvencionados, el uso torticero de la historia, el afán de ganar guerras que se han perdido, o de remover las tumbas, la manipulación de los datos, el uso patrimonialista del Estado, el choteo de los separatistas que se subvencionan con el dinero de todos para destruir el sistema democrático, la afrenta contra los símbolos de la nación, la ocupación de los bienes privados, la justicia lenta y politizada, unas leyes obsoletas , la presión de unas migraciones descontroladas y manejadas por las mafias y una delincuencia que crece debido a una ley blandita y muy protectora de los que agreden a la sociedad y se mofan de sus leyes porque están entrando en los juzgados y salen por la puerta de atrás a pesar de los ímprobos esfuerzos de la policía?

Esta enumeración de hechos unida a los dislates que el Gobierno de turno ha realizado con todas las medidas que ha puesto en marcha y las que ha dejado en el tintero, más la crisis económica que nos invade y la hemiplejia de la Unión Europea acogiendo a los fugados de la justicia española, son motivos para elaborar un buen programa político que tendrá éxito si lo aplica un partido con redaños y valentía, cuestión ésta que los partidos acostumbrados a la siesta política no se dan cuenta y que la ciudadanía, cansada de esperar, está descubriendo que se puede conseguir y que va a desterrar a los que siempre siempre airean los lobos del franquismo y adoptan el tancredismo porque les pillará el toro y no se darán cuenta; a hay ejemplos de ello.

Esta gran goma de borrar está a la vuelta de la esquina y siguen sin enterarse.
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