Finales infelices

Por Alejandro Cardenal

11/05/2021
 Actualizado a 11/05/2021
Caro intenta detener el penalti con el que se impuso el Albacete. | LALIGA
Caro intenta detener el penalti con el que se impuso el Albacete. | LALIGA
Se acabó lo que se daba. El sueño de ver a la Deportiva en un ‘playoff’ de ascenso a Primera División terminó ante el farolillo rojo, un desenlace que no ha estado a la altura de una historia que nos ha mantenido ilusionados durante más de seis meses.

A los que ya pasamos de los 30 la vida nos ha enseñado a las malas que los finales felices solo existen en los cuentos infantiles. Mi generación ha vivido la degradación de los Simpsons hasta convertirse en una versión animada de ‘Cuéntame’, la repentina e inexplicable desaparición del Mikopete de las cartas de helados o a Zidane retirándose a cabezazo limpio durante la final de un Mundial.

Tantos finales traumáticos nos han servido para aprender a disfrutar del camino independientemente de a dónde nos llevé. La derrota ante el Albacete fue uno de esos desenlaces que parecen hechos con mala baba. Aunque las posibilidades eran remotas, la victoria ante el Lugo y la mala racha de Rayo y Sporting nos habían hecho creer de verdad que la sexta plaza era difícil pero no imposible, que el sueño, esta vez sí, podía hacerse realidad.

Pero llegó el Albacete, colista y casi desahuciado, y sonó el despertador, un tropiezo en el peor momento posible que no emborrona un temporadón. Con mayúsculas.

Sí, sacar 7 puntos de 24 posibles contra los cinco últimos clasificados deja un regusto más que amargo. Es imposible no imaginar qué hubiera pasado de haber sacado adelante los partidos teóricamente más asequibles, pero también es cierto que haber llegado con opciones a estas alturas ha sido un ejercicio constante de lucha contra la adversidad. No era, sobre el papel, el objetivo por el que la Deportiva estaba llamada a pelear y haberlo hecho durante tantos meses es algo que solo podemos agradecer.

Ahora toca afrontar un reto con mucho menos ‘glamour’ que una promoción de ascenso. En una categoría en la que la Ponferradina parte con una clara desventaja en lo económico, los premios por clasificación son un ‘caramelo’ que no se puede desperdiciar. Para un equipo con un presupuesto de 7,7 millones, el medio millón de euros de diferencia entre terminar séptimo o terminar duodécimo es un tesoro.

Ojalá esta historia sí tenga final feliz.
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