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Filomena, una borrasca con retranca

09/02/2021
 Actualizado a 09/02/2021
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Aunque parezca mentira el mundo se ha globalizado tanto que un estornudo en un rincón del planeta supone una pulmonía en otro extremo. La Tierra se ha convertido en una inmensa aldea donde se ofrece de todo, incluso hemos visto como los ‘vikingos’ han asaltado el Capitolio, retransmitido en directo como si fuera una serie de televisión de Amazon y Netflix, mientras media Humanidad se debatía entre la angustia del confinamiento, las UCIS, la inutilidad de sus políticos, el agobio de excelentes profesionales desasistidos por sus gobernantes, el descerebramiento de unas pandillas que celebran fiestas como si fueran adolescentes que se les acaba la vida y una serie de señales que evidencian que este mundo, tal y como lo concebimos, quizás esté en los últimos extertores de su existencia.

Comprobamos con preocupación que la democracia se deshilacha y es acosada por imberbes politicuchos que acceden a la teta de la demagogia para mantener su holganza y nadar en el descrédito e ignorancia supinas, sin aportar nada de lo que dijeron en su día porque sus argumentos se quedaron oxidados y no aciertan a plasmar aquellos principios tan quijotescos que emanaron de la bocachancla revolucionaria.

Porque alguien nos puede indicar ¿dónde están la Organización, Eficacia y Sapiencia que deben adornar a unas administraciones que manejan tanto dinero de los impuestos?

Si este es el porvenir que nos aguarda lo mejor es un confinamiento en un lugar apartado del océano como los robinsones.

El ser humano ha abordado el 2021 con esperanza, pero se le ha frustrado algo con un hecho preocupante como ha sido el temporal de nieve que por un designio de los burócratas se lo han achacado a la pobre Filomena. Una señora borrasca anunciada con mucha antelación, extrañamente acertada por los servicios meteorológicos, quizás porque no se podía salir de estampida de fin de semana, debido al bicho chino y ahora internacional, y que ha pillado en paños menores a todos los «oficinistas políticos de las urbes, autonomías y estatales» que han hecho el ridículo total.

Al mismo tiempo los reporteros becarios de las televisiones ‘abrazaban’ al personal en los lugares más insólitos sobre la pandemia de nieve que se cernía sobre el vecindario que de forma solidaria y festiva en las urbes se dedicaba a recibir a Filomena con preparaciones de ocio de cara a los youtubers e influencers con skies, trineos, patines, raquetas, diversos aperos de nieve a la moda, gorritos, bolas y muñequitos.

Ciertamente que Filomena descargó todo el material que llevaba con saña y alevosía, como toda borrasca que se precie cada veinte años y animada por el cambio climático. Al mismo tiempo dejó en cueros a esos ayuntamientos que se han dedicado sólo en los últimos tiempos a luchar por el sillón calentito de la canonjía de su escaño municipal que sirve de promoción al más suculento escaño nacional donde ya dispones de sueldo, pensión y otras cositas agradables para el futuro de muchos que ni siquiera han hecho en su vida ningún esfuerzo que supusiera un trabajo real, personal y de estudio.

Porque si no ya me dirán los sufridos ciudadanos que son ‘socios’ de esa Hacienda que les fríe a impuestos, sin saber muchas veces el destino de sus dineros, qué explicación pueden dar esos ediles y gobernantes en general a que las maquinarias sofisticadas de los aeropuertos no hayan entrado en calor funcionando, haya escaseado el material para el deshielo, los quitanieves no se hayan dedicado desde el primer momento a funcionar y las ramas de los árboles se hayan desgajado de forma tan escandalosa sobre las calles y las acumulaciones de nieve en los tejados hayan producido tantos problemas.

La zona centro de España no es un lugar de nieves, lo sabe todo el mundo, igual que otras zonas no tienen demasiada abundancia de agua, pero también sabemos que el clima mesetario es extremado y que cada cierto tiempo se producen anomalías importantes en la circulación aérea de los vientos que circundan la tierra y las masas de aire polares y tropicales. Pues bien, ésto no lo saben los que planifican nuestro territorio porque sus normas así lo demuestran o lo que quieren es que la normativa sea blandengue para rememorar cado cierto tiempo la desorganización que siempre deja patente una borrasca, una turbonada de viento o una inundación porque se construye en los cauces de los ríos o en las orillas de los mares, ya que se prioriza el lucro, la especulación y el placer antes que la seguridad y el raciocinio.

Toda una lección que Filomena ha querido dar a la ciudadanía, a los poderes públicos, a esos medios de información, a los urbanitas y dejar patente que en las zonas rurales, dejadas de la mano de Dios, saben vivir con la Naturaleza con más armonía que los que salen con las cacerolas y extraños utensilios a quitar los hielos de las aceras de las grandes ciudades.

Por cierto, alguien se ha dado cuenta en este país de nuestros amores, ¿qué se hace para recoger la abundante agua de lluvia y nieve que se recoge en todo el territorio y que se desperdicia en un alarde de ignorancia e imprevisión?

Menos mal que tenemos el gran recurso del Ejército que siempre está dispuesto a solucionar los problemas auténticos y que recibe siempre la gratitud de los sufridos ciudadanos.
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