17/10/2020
 Actualizado a 17/10/2020
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Hace semanas que el vino burbujea en las barricas y canta una canción muda que nadie escucha. Si acaso el bodeguero o la enóloga acercan la oreja a la cuba y se quedan en silencio, espiando la melodía del vino. Fermenta el mosto para convertirse en otra cosa, que será embotellada y llegará a la casa de al lado o a países muy lejanos y nunca imaginados por las vides de las que salieron los racimos. Como se sabe, las vides son arraigadas y jamás se mueven de su sitio. ¿Arraigarse o irse, ser vid o ser uva? Parece que ambas cosas son posibles a la vez, pero no es tan fácil.

Fermenta el vino apenas sin oxígeno y da bocanadas mientras sus azúcares se convierten en alcohol. Nos falta el oxígeno también a nosotros, y también nosotros fermentamos, no es sólo por el efecto de la mascarilla. Es la ausencia de tacto y de trato y las complicaciones para estar juntos como antes.

«Las cosas aquí suceden muy despacio, pero suceden», leo en las primeras páginas de ‘Pájaro del Noroeste’, la nueva novela de Marta del Riego cuya lectura comencé ayer. La novela empieza por un final: una vendimia que será la última. Ya no habrá más, según parece, porque «papá y mamá están mayores» y ya no están para andarse con estos líos, le dice a la protagonista, Icia, su hermana Camino. Pero Icia tiene un dolor en el pecho, que se le suele repetir, un trabajo en el que la despiden aunque se ha quemado las pestañas en él y un deseo que no acaba de llegar: que un hijo le crezca dentro. Icia sabe que sí puede hacer crecer las viñas y por eso decide volver de Madrid a su tierra, a León, a cuidar de la uva prieto picudo y de la uva mencía.

Las grandes ciudades tienen ahora un movimiento centrífugo que empuja a la huida. Eso ha hecho que algunos hayan vuelto, pocos todavía, pero una huida no es el arraigarse de la vid y es muy posible que el viaje se haga de vuelta otra vez. Sólo tener un trabajo hará que se queden. Lo difícil es cómo conseguirlo, ahora más que nunca, cuando su falta fue, en la mayoría de los casos, el motivo de la partida. El mosto del cerebro fermenta, pero no encuentra la solución.
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