Félix Rossy: "El jazz es la música que me permite ser más libre"

El Festival de Jazz de Cerezales del Condado recibe este sábado al quinteto del trompetista catalán

Emilio L. Castellanos
17/08/2018
 Actualizado a 19/09/2019
El trompetista catalán Féliz Rossy actúa este sábado en Cerezales del Condado. |SAÚL AREN
El trompetista catalán Féliz Rossy actúa este sábado en Cerezales del Condado. |SAÚL AREN
Rossy es un apellido de peso dentro del jazz nacional. Hijo de Jorge, versátil músico de indiscutible solvencia internacional y cuya trayectoria se vincula a músicos de la talla de Brad Mehldau, Paquito D’Rivera, Charlie Haden, Wayne Shorter, Lee Konitz, Carla Bley y Joe Lovano, sobrino de Mario, contrabajista de prestigio que ejerce la docencia para Berklee y ha puesto su talento al servicio de genios como Jimmy Cobb, Tete Montoliu o Wynton Marsalis, y Mercedes, pianista desgraciadamente desaparecida a los 34 años de edad, y nieto de Mario, que se ha manejado con eficacia en el uso del piano, la guitarra y el acordeón, el trompetista catalán Félix Rossy (quien, al frente de su propio quinteto, participará en el Festival de Jazz de Cerezales del Condado este sábado, a las 22:00 horas y con entrada libre) arrancó su carrera musical cuando era un chaval (aprendió a tocar la trompeta con tan sólo 7 años) y, desde entonces, jamás se ha sentido condicionado o impuesto por la trascendencia de su apellido. "No me afecta en absoluto. Podría llamarme Pérez o Domínguez y sería igualmente irrelevante el apellido. Lo que importa es la persona y su evolución, y en eso me centro, en mejorar personal y musicalmente, dos cosas que van siempre de la mano. Me parece muy positivo que la gente estime y reconozca a mi padre pero no considero que ello influya en mi música".

"El jazz es la música que me permite ser más libre". Así se expresa Félix Rossy a propósito de un género musical que ha acabado convirtiéndose en uno de los ejes principales de su vida. "La improvisación me permite explorar una melodía. Me gustan músicas como la clásica, el rock, la brasileña… pero al final siempre me quedo en el jazz porque me ofrece más libertad. La improvisación es lo que más me atrae del jazz junto a la interacción con otros músicos". Parecía normal que este joven músico catalán, sólo 24 años, acabara en el jazz. Su padre, músico de jazz de prestigio, y su madre, una artista fascinada también por el género, le sirvieron de anfitriones a un tipo de música que ha acabado acuñado en su propia realidad. "Ya escuchaba jazz antes de nacer". Aunque se inició en la música tradicional y en el repertorio de The Beatles, pronto se dejó abrazar por una música que en su casa sonaba continuamente. Y además tuvo la suerte de iniciarse en ella en contacto con algunos de los músicos que visitaban a su padre y a los que la historia del jazz les guarda un hueco en su seno. "Poco a poco fui desarrollando mi propia intuición para la improvisación y encontrando mi voz".

"Tocar con un musicazo te crea la sensación de que todo es posible. Se desatan en mí numerosas emociones. Ellos provocan la imagen de que estoy sobre una alfombra mágica, me abren puertas que jamás hubiera encontrado, me ofrecen ideas que nunca se me hubieran ocurrido… Me siento muy agradecido de que gente como mi padre, Enrique Oliver o Benet Palet me hayan guiado y sigan haciéndolo", comenta Rossy a propósito del aprendizaje y el enriquecimiento que le ha supuesto tocar con músicos de primer orden y de todo el mundo. "Yo no creo que en un país u otro la música sea mejor. La música es algo global. Va mucho más allá de los estilos. Un buen músico ha de ser capaz de tocar cualquier cosa, algo que te enriquece por dentro y te da paz".

Félix Rossy visita Cerezales un año después de que su padre lo hiciera acompañando al trío del baterista vasco Hasier Oleaga. El joven trompetista liderará un quinteto, proyecto en el que anda actualmente embarcado, en el que se integran el trombonista Tomeu Garcias, el pianista Davis Whitfield, el bajista y guitarrista Jaume Llombart (que sustituye ocasionalmente a Benjamin Tiberio, actualmente en New York) y el baterista Andreu Pitarch. Muy probablemente, esta banda sea partícipe del nuevo empeño discográfico de un Rossy que ha participado en varias grabaciones y puesto su nombre a un par de ellas (‘Introducing Félix Rossy’ y ‘Dolphin´s Blues’, junto a Albert Sanz). Además, Rossy mantendrá los dúos que sostiene con el pianista Marco Mezquida y el guitarrista Jaume Llombart ("me encanta tocar a dúo y mucho más con estos dos genios") y donde evidencia su talento con la trompeta, instrumento por el que acabó decantándose gracias a la curiosidad que le suscitó al saber que su padre lo había tocado. "Conecté enseguida con la trompeta". Y sus referentes no sólo se halla en músicos de siempre como Miles Davis o Kenny Dorham sino también en otros más cercanos, como Benet Palet, su primer mentor, u Oscar Latorre.

A pesar de su juventud, Félix disfruta de una dilatada e intensa trayectoria. "Valoro mucho lo que he hecho hasta ahora. Sin creérmelo, por supuesto, Cuando uno llega a un punto donde se siente muy cómodo, deja de mejorar, evolucionar y hacer cosas nuevas. Espero que nunca me pase eso. Quiero seguir siendo curioso, descubrir sonoridades y otras cosas de la vida que por ahora desconozco y que no necesariamente han de estar relacionadas con la música, desarrollar otras aficiones, como el deporte… Veo todo como un global y no espero nada del futuro, al que tampoco le pido nada. Simplemente deseo continuar haciendo lo que hago, cada vez un poquito mejor, y disfrutando más. Las cosas irán apareciendo…".
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