noemi4.jpg

Familia laberinto

01/12/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
Junto a la entrada, la palmera. Sola y rara como los habitantes de la casa. En todos estos años, no ha nacido ninguna más. Tampoco ellos tuvieron hijos. «Somos un fin de raza», lamentaban en la película ‘El desencanto’, de Jaime Chávarri. En este jardín, frente a la mirada implacable de la cámara, los Panero: Leopoldo, Juan Luis, Michi, muestran sus vidas. Tanta inteligencia y tanto dolor.

A su lado, la madre escucha la destrucción que coreografían los hijos. Felicidad Blanc tiene el pelo blanco impecable, casi rígido. No como el de ellos, despeinado y largo. Michi se mete la mano entre los rizos para desliar las últimas ideas, que saltan aquí y allá. Le ha dicho a su madre: «para estar desencantadohace falta antes haber estado encantado. Y yo desde luego no recuerdo nada más que en cuatro o cinco momentos, muy frágiles y muy huidizos de mi vida, el haber estado encantado».

Escribo a pocas horas de volver a la Casa Panero de Astorga para una presentación. Cuando ya no haya luz, pisaré los guijarros crujientes de la entrada y me detendré junto a la fuente que sostiene un niño de bronce. Cuánto pesa sobre su cabeza esa fuente. En blanco y negro, Leopoldo afirma: «en la infancia vivimos y después, sobrevivimos».

Hay que elogiar, con sus vueltas y revueltas, la restauración de esta casa y su uso desde hace siete años como espacio público, para presentaciones, exposiciones y cursos. Esta casa desencantada es memoria y es cultura. No sólo de la comarca maragata y de León, sino de todo el país. Aquí se escribieron muchos poemas y se enroscaron los afectos de los Panero. Aquí creció la sombra del padre, ahora en una escultura cerca de la hermosa galería de madera, ya sin los cristales rotos de los años de abandono.

Las cenizas de Leopoldo pronto volverán a Astorga. Al panteón familiar del cementerio entre cuyas lápidas paseaba en ‘El desencanto’. Este regreso coincide con el revivir de la voz de su madre, ya que el año que viene se publicarán los ‘Cuentos completos’ de Felicidad Blanc, en una edición realizada por Sergio Fernández Martínez.

Con ello no se cerrará ningún círculo, porque los Panero son laberinto.
Lo más leído