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Exposición imprescindible

27/01/2020
 Actualizado a 27/01/2020
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Pueden ver estos días los kilómetros y kilómetros de la muestra de la incompetencia y la insensatez en el museo que la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) y los ayuntamientos menos diligentes, como el de León, mantiene abierto en las orillas de los ríos leoneses. Casi dos meses después de la histórica riada, los puentes siguen cerrados, los cauces llenos de recordatorio de la fuerza del agua y los paseos de los habituales por las riberas entristecidos por la basura acumulada a los pies de los chopos que aguantaron el envite. A la espera de la evaluación, dicen. Y parece que hasta para mover una escoba y un carretillo para limpiar el barro de debajo del Puente de los Leones se necesita un informe que constante que, efectivamente, el suelo está sucio y hay que limpiarlo. Seguro que redactar tal documento o dar tal orden de limpieza es una cuestión tan compleja que los contribuyentes y vecinos de a pie no alcanzamos a comprender, y que está reservada a las habilidades singulares de los munícipes y técnicos que velan por el ornato y la salubridad de la urbe.

Fuera de la ciudad, ya no es la excusa de la burocracia lo que paraliza las labores que no hace tanto se hubieran emprendido al día siguiente, en hacendera, con total entusiasmo, sino que ya es el miedo lo que evita las reparaciones. Se teme más a la CHD que al lobo. Y ahí están los chopos caídos apoyados en los que quedan en pie como los avisos de esos sátrapas y tiranos que dejaban colgados o empalados a los ajusticiados para muestra de su enorme poder. Un riñón, un ojo de la cara, puede ser el precio por picar y sacar del cauce el tronco que obstaculiza el paso del agua. Lo que cuesta sacar del río sacar lo que sobra y lo rápido que aparece la gestora de los recursos de todos en cuanto ve un brizna de vida humana asomando en un reguero.

Ya les digo, no dejen de ver una de las mejores exposiciones al aire libre, fiel reflejo de los tiempos que corren.
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