Eva Cristina

17/10/2019
 Actualizado a 17/10/2019
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Querido lector, en mi cabeza retumba un relato que bien podía haber pasado, pero al igual que una estrella fugaz, el ritmo de Madrid afecta a cualquier área de nuestras vidas y en este sentido el amor, el afecto y el cariño no quedan al margen. Uno de los grandes legados que Cuba nos ha dejado es su cancionero popular, seguramente habrá tatareado usted esta canción a la que tengo que cambiar el nombre y es que Eva Cristina me quiere gobernar, y yo le sigo, le sigo la corriente, porque no quiero que diga la gente,… Imagínese a Eva Cristina o cualquier otro nombre que le sugiera la canción, lo cierto es que Eva Cristina posee un aire exótico y una profundidad en la mirada que transporta, engancha y nos hace ensoñar. Más allá de lo que usted pueda estar pensando a estas alturas del relato, Eva Cristina, una bella mujer caribeña, guarda en su interior grandes parajes en los que perderse, bucear en sus misterios y encontrar un mundo personal en el que apetece quedarse para siempre. Eva Cristina me quiere gobernar, y yo le digo, que la quiero para siempre, porque aunque diga la gente, al igual que el amante de María Cristina todo da igual si me ha de gobernar. Caprichos del azar que aparecen en el camino y que se han de aprovechar. Del amor, del cariño y del afecto ya poco pueden avanzar, Eva Cristina tuvo que marchar y eso que porque mucho que dijo la gente, con este hombre no sigas la corriente, posiblemente la caribeña de ojos penetrantes y misticismo de oriente seguramente se pudo equivocar. Las mil y una noches surcan cual pirata desde los mares del sur a oriente, más tarde occidente y después tú, la muchacha del Caribe ya no está, el puerto está vacío y el barco ya no puede amarrar. A deriva, norte, sur, este, oeste, Calipso, diosa de los siete mares, vela el rumbo invocando los vientos. Eva Cristina ya no está y ahora sigo la corriente a pesar de lo que me diga la gente, solo ella me puede gobernar. Historias de amor, de largos encuentros y fantasías casi imposibles se convirtieron en realidad. Ahora reposa en la memoria, la muchacha del Caribe con aires exóticos, que aúna oriente, occidente, los grandes cuentos de ‘Las Mil y Una Noches’ con sabor a ron añejo extraído de la mejor caña de azúcar directo a tu paladar. Estrella fugaz, negra flor, si algún día supiste tu rumbo aquí he de esperar. En este punto querido lector piense por un momento si tuvo un día una Eva Cristina que le dio permiso para gobernar.
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