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Estar en la pomada

06/04/2022
 Actualizado a 06/04/2022
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Ayer me puse a ordenar mi biblioteca, suponiendo que un montón de libros desperdigados pueda llamarse así. Pero, con el desorden aparecieron algunos ejemplares olvidados. Entre ellos una serie llamada ‘El Papagayo extraordinaria’.

El primero, ‘Como tener la casa como un cerdo’. No requiere mucha ciencia.

Otro, ‘Como llegar al Congreso sin saber hacer una O con un canuto’. De esto sabemos mucho los españoles. Y para logralo, nada como la política. Basta una ojeada al Parlamento, que no ha hecho nada porque Sánchez funciona a base de decretos. No digamos ya el durmiente Senado. O el propio gobierno incluso, donde la hez se encuentra mayormente entre los socios con los que pactó, la mayoría de los cuales carece de cualificación y experiencia laboral.

Así, el presidente que quiso pasar por un hombre culto y respetable, pero incapaz para redactar su propia tesis buscó quién se la remendara.

En cuanto al rendimiento, el de Irene Montero y su ministerio de desigualdad. Me pregunto cuánto haría de caja en el colmado –lo recordará en sus peores pesadillas– pero no creo que por sus manos pasaran los 20.319 millones de los que dispone para gastar a su antojo.

Si quieres hacer carrera en el Congreso, arrímate a un amigo que esté en la pomada y déjate llevar. Si por el contrario, tienes conciencia y escrúpulos para mentir, no sirves. Pero podrás estudiar, trabajar y vivir sin remordimientos.

Otro libro era ‘Cómo hacer absolutamente infeliz a un hombre’. No me dijo nada que no supiera, pero bien pudiera ser el manual del Ministerio de desigualdad. El único obstáculo es que hace falta más talento para escribir que para plagiar. El autor, Fernando G. Tola, en la década de los 80. Un hombre de una audacia sin par y fina ironía que le hacía destacar en cualquier medio. Pero la muerte le salió al paso prematuramente.

En televisión, nos dió a conocer a la entrañable Carmen Maura en el espacio ‘Si yo fuera presidente’. Un programa donde ambos constituían una pareja, aparentemente enfrentada, pero con un cariño mutuo. Visto por todo el mundo, posiblemente lo vieran los niños José Luís, Alfredo, Mariano y Pedrito... que dirían: «¿Por qué no?»

Mal vamos con una economía desastrosa, una sociedad quebrada y el gobierno sin credibilidad. Ni siquiera sus socios le apoyan. Es más, le desautorizan. Los ‘indepes’ no acatan las leyes y los podemitas prorrusos, enfrentados por la guerra en Ucrania.

Otro escollo, la cesión del Sahara, cuya liberación era una causa sin fisuras para los radicales de Podemos y la mayoría de españoles, desairados por esta nueva felonía. ¿Acaso traer a Ghali no fue una artimaña para jugar al despiste?

Cuando voy a repostar miro con pena y me pregunto, cuánto aguantará la empresa. En el caso de recibir la subvención por el dinero que no cobran, ¿tendrán que esperar a que La Palma reciba sus ayudas? O el campo, la pesca, los transportistas, los autónomos y la gente empobrecida. Todos sufrieron por la mala gestión de la pandemia y ahora, cuando la enfermedad aún está presente -digan lo que digan- la ruina y la desgracia se renuevan.

Con el descontento generalizado, más la desafección de los socios del gobierno, es posible que la legistatura no llegue a su fin o de llegar, no consiga el resultado apetecido.

¿Será posible sanear España y devoverle el prestigio perdido en el camino? ¡Ay! «si yo fuera presidente» y me llamara Feijóo... saldría pitando como un cuete y no pararía hasta Vladivostok. A otro can con ese hueso.
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