24/03/2015
 Actualizado a 11/09/2019
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He de comenzar confesando que hace muchos años que compré el libro de Ortega y Gasset “España invertebrada”, y que tengo muchas ganas de leerlo, pero que aún no lo he leído. Pido perdón por apropiarme de su título, pero es lo primero que se me vino a la cabeza, al contemplar el panorama nacional, al día siguiente de las elecciones andaluzas y casi en vísperas de las autonómicas y municipales y de las catalanas y, como quien dice, de las generales. Sin duda todos estos procesos, considerados individualmente o en su conjunto, ponen de relieve la gran diversidad de formas de ser y de pensar de los españoles y de la nación española. A pesar de todo, España sigue siendo una de las más grandes naciones del mundo. Creo que fue Churchill el que puso a España como modelo de la nación más fuerte y resistente de la tierra, puesto que, pormucho que lo han intentado, los españoles no han sido capaces de acabar con ella. Pero, al margen de esta ironía, se trata de un lugar realmente privilegiado en múltiples aspectos: arte, historia, paisajes, situación geográfica…

Parece ser que cada país tiene su pecado capital propio y que el de España es la envidia. Y se nota. Probablemente una de las raíces de nuestras desavenencias esté precisamente en este pecado capital. Lo que quiere decir que, si fuéramos más unidos y solidarios, las cosas nos irían mucho mejor. Cuando cada uno tira para un lado las fuerzas se contrarrestan y se pierden muchas energías. Está claro, por ejemplo, que España sin Cataluña y Cataluña sin España saldrían perdiendo mucho. La suerte es que la pugna existente es más a nivel de políticos que de ciudadanos. Tampoco resulta difícil de entender que no tengan las mismas preferencias políticas aquellas regiones en las que la tierra está más repartida, como en Galicia o Castilla y León, que en Andalucía donde está en manos de unos pocos. En el primer caso se entiende que sean más conservadores. En todo caso el problema de la división de los españoles no es que haya gentes de derechas y de izquierdas, sino que a la hora de votar o gobernar se utiliza más el corazón que la cabeza.
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