25/11/2022
 Actualizado a 25/11/2022
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La pasada semana se sucedieron entrevistas amables a Matías Llorente con motivo de su relevo en Ugal, un relevo en uno de los diez cargos relevantes que tenía, por lo tanto aún le quedan nueve, los que llevan aparejado sueldo o dietas. Nadie le preguntó por lo que se ha llevado para casa en sueldos públicos y dietas en treinta y cinco años en Diputación y otras administraciones. Nadie le reprochó que fuera artífice de la ruptura primero y desaparición después de la UCL, que para formar una organización tuviera que destruir otra más relevante, o que haya provocado el enfrentamiento con la organización mayoritaria. Nadie le recordó que hasta mayo de mil novecientos noventa y dos no fue el primer directivo del sindicato porque no fue capaz de desbancar a García Machado, y que en muchas etapas no fue ni vicepresidente, y que silenciara el trabajo de otros que le precedieron. Nadie le afeó su todavía saña contra García Machado y contra Isabel Carrasco, ambos fallecidos. No le pidieron valorar cómo se entiende que con tanta entrega y vocación al campo, en cinco procesos electorales de representatividad agraria no haya tenido apoyo de los agricultores. No le preguntaron si se sentía satisfecho o defraudado por no ser la organización agraria mayoritaria ni haberlo sido nunca bajo su dirección. No le dijeron que hacía el ridículo por atribuirse una representación agraria en la clandestinidad nada más y nada menos que entre 1977 y 1979. No le preguntaron por su pasividad en el desarrollo de los regadíos de Payuelos, Páramo Bajo y Páramo, limitándose a exaltar lo que ha hecho en su pueblo. No le han afeado su facilidad para pactar con quién más convenga, sin respetar principios, y no cumplir los acuerdos cuando no le interesa cumplirlos. No le han preguntado cómo se entiende que haya estado toda la vida en política y ahora diga que hay que separar cargos políticos y sindicales. En definitiva, ha dicho lo que ha querido y todo ha estado bien, ni un reproche, ningún pero, todo muy amable, todo muy de mentira.
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