Encadenados a sí mismos

28/04/2021
 Actualizado a 28/04/2021
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Ahora que vivimos en permanente campaña electoral, de esas asquerosas en las que nadie habla de lo bien que lo va a hacer si no de lo malos que son los otros, con lo que sumando las palabras de todos nos da como resultado un tremendo fango y hasta escoria; ahora, decía, es bueno recordar aquel pasaje del viejo político en aquellas otras campañas que consistían en ir a cada pueblo y responder a la pregunta eterna: «¿Qué hay de lo nuestro».

– Os haré un puente; dijo el prometedor.

– No tenemos río, señor.

– Os haré el río.

Era mentira. No daban nada, pero el salto lo hemos dado a que lo que pedimos no es que nos den, lo damos por bueno con que no nos quiten, al menos en ese mundo rural cuya única promesa cumplida es hacer realidad la expresión literaria: España Vacía.

Basta con que no nos quiten. Que nos dejen lo mínimo, nuestros árboles, por ejemplo, pues también a ellos les llegó su San Martín. Unos murieron porque estaban cerca de la carretera, otros porque estaban lejos, muchos por enfermedad, los más porque están en el camino que lleva al monte que le han dado como impuesto revolucionario a los especuladores de las eléctricas, las eólicas o similares, en cuyos consejos de administración se sentarán no tardando mucho.

Y han sido los propios árboles los que han decidido defenderse, se han encadenado a sí mismos pues fuera de ellos no se fían de nadie. Ahí tienes al primero.

P.D. Ya se que es un discurso catastrofista, que no se puede generalizar, que no todos son iguales... Fíjate sí se que no todos son iguales que me he puesto a buscar a los diferentes. Ya os cuento.
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