14/01/2021
 Actualizado a 14/01/2021
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Al enamorarte pierdes el norte, sobre todo si te ocurre (enamorarte) cando eres un pipiolo. Solo piensas en lo maravillosa, guapa y buena que es tu pareja y no ves los defectos que tiene. Por no enterarte, no te enteras siquiera de que tienes unos cuernos como un macho alce o un macho reno, y que, encima, te está mintiendo. «Oye, cari, hoy no puedo quedar contigo porque tengo que acompañar a mi abuela al médico». Y tú te lo tragas, a pesar de que te envía el mensaje a las diez y media de la noche... El amor nos vuelve ciegos y no hay en las farmacias ningún remedio para curar ese tipo de ceguera.

Esto nos ocurre en este país con los políticos. Uno del PSOE jamás duda de lo que dice el presidente Sánchez, a pesar de que, en su fuero interno, sabe que nos está metiendo una trola digna de la final de la copa del mundo. «Es uno de los nuestros –pensamos– y, en cualquier caso, es mejor que nos gobierne él que los hijos de puta de la derecha». Por supuesto, uno del PP defenderá a muerte toda la suerte de estupideces y tonterías que diga la presidenta de la Comunidad de Madrid. Es la nueva ‘Juana de Arco’ de la derecha; la líder que está consiguiendo que los rojos estén a la defensiva. Ella, que es prima hermana (no sé si putativa o de sangre) del genio ese de los cuernos de búfalo que asaltó el Capitolio, se muestra tan fuerte e impávida a los ataques que sufre como el presidente del Gobierno y no cejará en su empeño de hacer de Madrid el tajamar de todas las Españas.

No sé quién y por qué motivo está detrás de esta nueva división (completamente artificial) de los españoles. No tiene ningún sentido y lo único que hace es empeorar la situación del país. Os lo llevo diciendo desde el primer artículo que publiqué en este periódico: no votéis, porque con vuestro voto lo único que conseguís es legitimar a unos mediocres que, o bien sacaron sus títulos universitarios en una tómbola, o bien, en el momento que tocan pelo, se vuelven unos cantamañanas. Aquí, en Castilla y León, tenemos varios ejemplos. La señora que manda en asuntos sanitarios fue declarada, hace relativamente poco tiempo, la mejor doctora de atención primaria del mundo; y el vicepresidente del gobierno regional también es un médico de postín. Pues se les debió olvidar todo lo aprendido, porque esta comunidad, a pesar de teneren vigor unas de las medidas más duras de todo el país (de lo que han estado y están orgullosísimos), sigue siendo un foco de contagios y de muerte. A ver, ¿en qué quedamos?, ¿no decíais que para cerrar al bicho había que imponer todas las medidas restrictivas que hicieran falta? Pues, una de dos: o las medidas son un cuento y no dan resultado o no sabéis qué hacer y las aplicáis por miedo al que dirán. En todos los países de Europa que se han aplicado no han dado ningún resultado; sólo hay que fijarse en las cifras de muertos y contagiados de Alemania, Reino Unido, Bélgica, Italia o España. Sitios que llevan cerrados a cal y canto más de un mes tienen unas estadísticas aterradoras, mayores incluso que en la ‘primera hola’, cuando se daban palos de ciego buscando alguna solución.

Y no vengáis con el rollo de que todo es culpa de la gente, como hace la ‘señorita Rottenmeier’ del Gobierno central, el ínclito doctor Simón. Culpar a los demás de tu propia falta de capacidad es de cobardes y de ser mala persona. ¿Qué culpa tiene un señor que no sale de su casa de lo que está ocurriendo en su ciudad?, ¿o uno que baja al súper o a tomar un café y que el resto del tiempo se dedica a pasear por el pasillo de su casa?

Lo que más me jode de todo es que no sean capaces de reconocer un hecho evidente: No saben como se comporta el bicho. No tienen ni puta idea de como vencer al dichoso virus. ¡Joder!, que lo reconozcan, que no pasa nada por hacerlo. Es más: yo, al menos, les miraría con otra cara, les aplaudiría incluso. Pero no; un político jamás reconocerá que no sabe como vencer un problema, sea el que sea. Crearán una comisión de expertos, y estos una subcomisión y luego otra... para matar el tiempo y no hacer nada. Mientras tanto, cientos de miles de empleos penden de un hilo. Lo de los bares y lo de las pequeñas tiendas es para llorar. Cerrarán la mayoría de ellas, porque sus dueños no pueden pagar el alquiler, la luz, los cupones de la seguridad social... El otro día, un amigo que tiene un negocio me dijo que el día veinte de los corrientes tendrá que pagar el IVA. «¿Cómo voy a pagar si no me dejan vender?».

Con la que está cayendo, me extraña que la gente, el pueblo, no se haya echado ya a la calle para protestar, partir unos cuantos melones y quedar a gusto. El santo Job, a nuestro lado, amateur. Salud y anarquía.
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