12/07/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Las adicciones es lo que tienen. A uno le gusta lo que le gusta y por eso lo busca casi a todas horas, incluso a sabiendas de que no le haga bien a su salud física o mental. La actualidad deportiva es como una droga para un servidor, y eso conlleva indigestiones con cierta frecuencia. Vayamos con algunas de las últimas.

Esta semana tres grandes clubes presentaban a tres de sus nuevos fichajes. Todos ellos repitieron actitudes, palabras y poses que comienzan a estomagar. Danilo, del Real Madrid, besó el escudo. Y Arda Turan, del Barcelona, hizo lo propio acompañando el gesto con firmes golpes en el pecho a modo de juramento de amor eterno –por cierto, ahora el turco es tratado por unos y otros como un auténtico genio del fútbol, elogios que no eran ni la mitad de entusiastas cuando el barbudo y estilista jugador vestía la camiseta del Atlético de Madrid–. Que nadie me acuse de parcial, que los rojiblancos también han tenido su ración de palabrería en estos días con el argentino Correa, agradecido al club por haber confiado en él a pesar de la operación de corazón a la que tuvo que someterse, pero que tampoco dudó en afirmar que «mi sueño desde pequeño siempre fue el de jugar en este equipo».

En fin, querido lector o lectora, que los informativos deportivos veraniegos se centran una y otra vez en los grandes equipos, las grandes estrellas y los grandes titulares. Lamentablemente, las grandes historias tienen menos cabida. Y cuando la tienen, el descalabro está al acecho. Les pongo un ejemplo: Deportes Cuatro (o ‘Los Manolos’, como prefieran) de un día de esta semana. Garbiñe Muguruza caminaba con paso firme hacia la final de Wimbledon que lamentablemente no pudo ganar ayer. En un momento dado, Manu Carreño pidió el apoyo para la tenista con la siguiente frase: «Todos a empujar con Garbiñe», a lo que Lama, ni corto ni perezoso, respondió con este comentario: «Sí, eso es lo que a ti te gustaría». Como diría un amigo mío, para echarle de comer aparte.

Que conste que me parece estupendo que los deportes sean diversión. A fin de cuentas, para entretener y apasionar están. Pero uno tiene la sensación de que ya vale todo. Que si Cristiano está en actitud cariñosa con un amigo en su yate, que si Neymar tiene nuevo peinado, que si Edurne le canta al oído a De Gea a medianoche... Telita marinera. A todo esto, ya saben que Casillas se va. El sentido adiós es merecido. La despedida de Toquero, en cambio, apenas se ha comentado. Futbolista de poca clase pero grandioso pundonor. En Bilbao le adoran. Escuchar su historia quizá me hubiera evitado el enésimo empacho...
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