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El veraneo financiado

30/08/2021
 Actualizado a 30/08/2021
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Muchas veces digo en confianza que estar detrás del mostrador es una tarea bastante ingrata, especialmente si el mostrador es una barra de bar, por el tipo de público con el que uno se encuentra en tantísimas ocasiones, muchas más de las deseadas y sobre todo en época de verano, cuando la clientela se multiplica tanto la buena como esta otra calaña.

Las vacaciones y la vuelta al pueblo son para algunos tipos que el resto del año viven en la gran ciudad razones de sobra para divertirse, para hacer gansadas que en el bar de la esquina o la tienda de barrio no se atreven a hacer y para pensar que como ellos están de vacaciones –y encima vienen de la capital– hay barra libre para hacer lo que a uno le dé la gana.

Ahora que se termina el verano, si me pongo a pensar en las situaciones protagonizadas por turistas o viajeros que he visto estos meses de atrás, alguna de auténtica vergüenza ajena, más que para una columna que lleva alrededor de 370 palabras creo que me daría para varias páginas de libro. Si a eso le sumamos las anécdotas que me cuentan camareros o dependientes de tiendas, sumamos varios capítulos.

Y lo peor de todo es que ni con restricciones ni sin ellas, la situación no mejora de unos años para otros; el jeta sigue siendo un caradura, el que viene a pasarse de listo continúa pensando que los demás son tontos, y los que profesan la religión de que el cliente –pase lo que pase– siempre tiene la razón y ha de salirse con la suya intentarán imponer su voluntad de comer, cenar o llevarse algo gratis.

Afortunadamente, siempre están los dueños de locales que desde lejos conocen el género que viene en estas épocas y no pasan ni media o los que, directamente y de manera más o menos educada, le dicen que no hay mesa aunque tengan una docena vacías.

Y los que tampoco comulgan con lo de que el cliente siempre tiene la razón y a sabiendas de que se va a ganar un comentario negativo en las redes sociales –que, por otro lado, tampoco sabemos si valen para algo– planta cara al que pretende un veraneo financiado.
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