El Vaticano condena a vivir diez años en un monasterio a Ramos Gordón por abusos sexuales

El obispo considera "una pena dura" la resolución de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que se ha tomado por la reincidencia del sacerdote en los seminarios de La Bañeza y Puebla de Sanabria durante los años 80

P. Ferrero
17/09/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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El sacerdote leonés José Manuel Ramos Gordón ha sido condenado a diez años de privación del ejercicio público del ministerio sacerdotal teniendo que residir, durante ese periodo de tiempo, en un monasterio situado fuera de la Diócesis de Astorga. Esta decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe llega tras haberse considerados probados los hechos denunciados por una víctima el año pasado, en relación a los abusos sexuales a menores en el Colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria entre los años 1981 y 1984.

Así lo manifestó este lunes en una rueda de prensa el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, que asegura que a pesar de que los hechos, denunciados por una víctima anónima, habían prescrito canónica y civilmente, ya que han pasado más de 35 años, ordenó una exhaustiva investigación que derivó en el envío de las actas y conclusiones a la Congregación, dependiente de la Santa Sede, en junio del pasado año. Tras esta actuación, este organismo, encargado de juzgar este tipo de casos, levantó la prescripción de los hechos y encomendó al prelado asturicense a realizar un Proceso Administrativo Penal en la Diócesis. Dicho proceso fue llevado a cabo por expertos juristas extradiocesanos, según relató el obispo, y una vez finalizado, las actas y el decreto final, en el que «se declaraban probados los hechos denunciados y, por tanto, la comisión de un delito grave de abusos sexuales a menores», fueron remitidas a la Congregación, que finalmente ha impuesto esta pena canónica a Ramos Gordón, que si bien no podrá ejercer sus funciones sacerdotales en estos diez años en los que tendrá que residir fuera de la Diócesis, pasado este tiempo podrá volver a ella para vivir en la Casa Sacerdotal y «solo podrá celebrar la eucaristía fuera de ella con autorización del Ordinario». Una condena que, aunque no es la máxima, sí es catalogada de «dura» por el obispo de Astorga, dada la «reincidencia del delito».

El prelado también aclaró que estos hechos han sido probados sin contar con la colaboración del sacerdote en cuestión, que nunca ha llegado a pronunciarse sobre su inocencia o culpabilidad en los hechos que se le acusan, pero «hay circunstancias suficientes que dan por probado que se hizo».

Asimismo, Menéndez trasladó que ha informado «personalmente» tanto a Ramos como a la víctima de la decisión de la Congregación, «expresándole a la víctima mi dolor por la gravedad del delito cometido, le pedí perdón en nombre de toda la comunidad diocesana y me puse a su disposición para acompañarle espiritual y humanamente en todo aquello que legítimamente pueda hacer».
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