25/04/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Cuarto centenario de la muerte de Cervantes. El gran escritor leonés Julio Llamazares sostiene que el Quijote es un libro de humor. Mientras, otro gran escritor leonés, Andrés Trapiello, sostiene que «los españoles tienen un trauma con el Quijote». Y este cronista, autor de un libro titulado ‘Las montañas de León en El Quijote de Cervantes’, considera que el Quijote, en literatura, lo es todo, es el producto de un genio. Que no se trata de un libro para los niños ni para los nada o poco lectores, es evidente. Tampoco lo son ‘La divina comedia’, ‘Cien años de soledad’, o ‘Las sonatas’ de Valle. ¿Dónde está el trauma? Normalidad absoluta. A no ser que con lo que tengan un trama «algunos» españoles sea con el humor y con el genio.

¿Dificultades? Puede que no sea tanto el español del S. VII, sino la interpolación de tantas narraciones dentro de la principal, lo que retarda el desarrollo narrativo. A parte de eso, el Quijote no es solo una novela moderna –cuando se escribe es ya la más moderna– sino un compendio narrativo que se sustenta en la mezcla de ficción y realidad, pensamiento, crítica social, burla, revancha, como no se había hecho antes. Pero gracias a esas historias incrustadas dentro del gran relato cervantino tenemos los leoneses los capítulos en los que se cuenta la historia del Capitán Cautivo y sus hermanos montañeses, los Pérez de Viedma y con ellos la más bella criatura inventada por alguien, que es la joven Clara Pérez de Viedma, hija de uno de ellos, y a la que este cronista ha dedicado dos novelas, una de ellas inédita y la otra que se pudo ver en fascículos en la prensa.

El que no se comprenda del todo el significado de algún palabro o retruécano, pasa y pasará siempre y ello no oscurece, antes engalana, los relatos. Releyendo a Rulfo, por ejemplo, puede verse que utiliza otro castellano, o español, distinto al nuestro. ¿Y, qué? Más hermoso aún y mas excitante. ¿A quién no le sucede a veces que le pregunten los amigos por palabros que en su montaña son y no son en otra parte? (Falampos, dibura) ¿Y, qué? El contexto también es el texto. El gran poeta leonés contemporáneo (1942) olvidado ya antes de muerto, Agustín Delgado, estimulado por su necesidad de crear una nueva poesía llega a inventar un nuevo nombre, Sansirolés, y un nuevo lenguaje. «Madre, lechéceme». ¿Y, qué?

El trauma parece más bien en los despachos oficiales que tan remisos andan en la celebración de la efemérides y que no aguantan la comparación con los ingleses y su ‘Chespir’.
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