"El poeta es anarquista, sólo debe escuchar su voz"

Federico García Lorca pasó por León en 1933 con La Barraca y concedió una larga entrevista a La Mañana, del que no se conserva ninguna colección. El profesor Eutimio Martín la recuperó, un Lorca duro y contundente

RIcardo F. Cabal / Francisco Pérez Herrero
04/11/2019
 Actualizado a 04/11/2019
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Nos habíamos visto y ... por primera vez, sin duda, nos esquivamos. Paralelos nuestros caminos, confiábamos los dos en que una bocacalle próxima nos hurtara a cada uno la presencia del otro o que un amigo imprevisto, surgiendo providencial, seccionara con el alfanje de una conversación salvadora, en el encera de la calle, la recta rápida de su caminar. Pero, lejos de éso, las líneas de nuestros pasos inquebrantables fueron, erizadas, híspidas de sobresalto, en busca de un punto seguro de convergencia. El vértice, jalonado por la contera de tres autos en los que se leía, La Barraca. Teatro Universitario, era un hombre, Federico García Lorca, «el que se la llevó al río », como le dicen por muchos pueblos haciéndole protagonista de su romance más popular. Encontradas, así, nuestras ansias, hubo que adoptar, dictada por el Comité paritario de nuestra honda amistad, una solución de franca armonía. Haríamos la interviú a medias y la escribiríamos en colaboración.

La vieja carreta de Tespis, metamorfoseada con el tiempo en veloz caravana de automóviles y con el nombre ahora, de La Barraca , realiza una nueva salida como caballero andante por caminos y posadas, dejando en ellos la estela luminosa de la risa juvenil y la belleza de nuestro teatro antiguo. Enterados de su llegada en las primeras horas de la noche del viernes nos apresuramos — deber de periodistas — a darles la bienvenida. Y fue García Lorca — capitán con Ugarte en el vestíbulo del Hotel, el primero en estrecharnos la mano apretadamente. Unas preguntas atropelladas, entre el alegre jadear de la llegada, de puro sabor informativo — plan a desarrollar en León — y con otro apretón de manos una solicitud y una promesa.

– ¿ Podremos charlar con usted, ampliamente, para La Mañana, de esta capital ?
– Encantado. ¿ Les parece a ustedes bien mañana, después del almuerzo ?

– Perfectamente ¿Hasta mañana, pues?
– Hasta mañana.

– Calle Ancha abajo, apenas salidos del Hotel, Federico García Lorca, «moreno de verde luna» como el Camborio de su romance, contesta, expansivo y cordial a nuestra primera pregunta: ¿ Son disciplinados estos muchachos de La Barraca?
–¡Oh, sí !... Lo mismo a Ugarte que a mí nos respetan y nos quieren. Además, de no ser así, se les eliminaría.

– ¿ Seleccionan ustedes al personal antes de admitirlo en la Agrupación ?
– Muy rigurosamente. Les sometemos a diversas pruebas y se elimina a todos aquellos que no sirven.

– ¿La Barraca tiene también como obligación el esparcir nuestro teatro por los pueblos de España ?
– No. Si lo hacemos, si lo hace es espontáneamente. La Barracafue creada exclusivamente para Madrid, para la Universidad y los estudiantes de Madrid. La labor que ustedes dicen está encomendada al Teatro de las Misiones Pedagógicas, que es totalmente independiente de nuestra Agrupación

– Hemos llegado al bar. Y en él, mientras tomamos sosegadamente café, continuamos desgranando la caravana de interrogantes, medio encaramados en los jirafados carretes de los asientos «estilo americano» ¿ Qué opina usted de la poesía española ?
– Que el grupo de poetas jóvenes de España integrado por Alberti, Aleandri (sic), Jorge Guillen, Altolaguirre, etc. es muy grande, muy grande. Su obra interesa hoy a todo el mundo y es codiciada como algo extraordinario. A mi juicio es sin duda, sin duda, créanme, lo mejor del mundo y su influencia tan solemne y grande como lo fue la del romanticismo francés; sólo que hoy, apenas nacido, no se le ha llegado a desentrañar popularmente.

– ¿ Debe, a su juicio, el artista vivir emancipado del morbo político ?
– Totalmente. Igual en poesía, que en teatro, que en todo... El artista debe ser única y exclusivamente éso, artista. Con dar todo lo que tenga dentro de sí, como poeta, como pintor... ya hace bastante. Lo contrario es prostituir el arte. Ahí tienen ustedes el caso de Alberti, uno de nuestros mejores poetas jóvenes que, ahora, luego de su viaje a Rusia, ha vuelto comunista y ya no hace poesía, aunque él lo crea, sino mala literatura de periódico. ¡ Qué es eso de artistas, de arte, de teatro proletario !... El artista, y particularmente el poeta, es siempre anarquista, sin que sepa escuchar otras voces que las que afluyen dentro de sí mismo, tres fuertes voces : la VOZ de la muerte, con todos sus presagios; la VOZ del amor y la VOZ del arte... (Nota:Y al decirlo, García Lorca, más moreno y más gitano en la fresca semipenumbra del « bar », se busca con la mano y con la vista, ese sitio del pecho donde deben hablarle, con toda su fuerza, esas tres voces universales).

– ¿Qué le parece Valle Inclán como poeta ?
– Detestable. Como poeta y como prosista. Salvando el Valle Inclán de ‘Los Esperpentos’, ése sí, maravilloso y genial, todo lo demás de su obra es malísimo. Como poeta un mal discípulo de Rubén Darío, el grande. Un poco de forma, de color, de humo... pero nada más. Y como cantor de Galicia, algo pésimo, algo tan malo y falso como los Quintero en Andalucía. Si se fijan ustedes, toda la Galicia de Valle Inclán como toda la Andalucía de los Quintero, es una Galicia de primeros términos... la niebla, el aullido del lobo... Además, y esto es para indignar a cualquiera, ahora nos ha venido fascista de Italia. Algo así como para arrastrarle de las barbas... ¡ Ya tenemos otro « Azorín » !...

– A propósito, ¿ qué nos dice usted de Azorín?
– No me hablen ustedes... Que merecía la horca por voluble. Y que como cantor de Castilla es pobre, muy pobre. Viniendo ayer por tierra de Campos me convencí de que toda la prosa deAzorín no encierra un puñado de esa tierra única. ¡ Qué gran diferencia entre la Castilla de Azorín y la de Machado y Unamuno ! ... i Qué diferencia ! !...
(Nota: Nos hurgaba en la mente la pregunta y la hemos lanzado seguros de una aceda contestación, no tan fuerte sin duda como la fulminada, con sólida consciência por el autor de ‘Bodas de Sangre’).

– ¿Qué opina usted, en general, del actual teatro español ?
– Que es un teatro de y para puercos; así, un teatro hecho de puercos y para puercos. (Nota:Lo duro, lo sangrante de la respuesta nos amedrenta a seguir escarabajeando en el tema y procuramos soslayar. — ¿Ha sido traducida ya su « Bodas de Sangre » ? — Sí. La temporada próxima será puesta en varios teatros del extranjero : Nueva York, Londres, París, Berlín y Varsóvia. — ¿ Cómo procura usted que sea su teatro ? — Popular. Siempre popular; con la aristocracia de la sangre del espíritu y del estilo, pero adobado, siempre adobado y siempre nutrido de savia popular. Por eso, si sigo trabajando, yo espero influir en el Teatro europeo. Más preguntas... más preguntas quisimos hacer — Heliogábamos (sic) en el saber — al dramaturgo de « Mariana Pineda », poeta cumbre, poeta inmenso que en la primera salida a la poesía española logró la consagración más fulminante de nuestra época, poeta de raza que entre la médula de sus romances populares ha sabido, como ninguno, embellecerlos de una aristocracia única y con las imágenes más sugestivas... Pero espera el ensayo y hay que terminar?

– No obstante, camino del Teatro, aún nuestra caña pescadora de opiniones supo ofrecerle el cebo de unas preguntas siempre obligadas ¿Conocía ya León?
– Sí. En 1918 estuve aquí con mi profesor y entonces vi todo el León viejo, el León que más me gustó. Hoy le encuentro algo estropeoda dentro de su progreso. Sus reformas no las ha presidido un criterio estrictamente artístico.

– ¿Y qué nos dice de nuestra catedral?
– Ante la catedral no sé qué decir... El silencio es la mejor respuesta. Una sola palabra no haría otra cosa que profanar la grandeza de su luz, su poesía, la grandeza de sus muros cristalados y sus bóvedas. Esta mañana me la pasé toda en ella, sentado en una silla baja, como una beata visionaria, bañándome en el fervoroso anhelo que es toda ella. Por eso no pude fijarme en el detalle, absorbido todo yo como estaba por su sublimidad.

(Nota: Y García Lorca, el poeta nuevo, poeta de reciedumbre y color, entorna en este instante sus ojos que miran a lo alto como veletas de torre castellana, como las dos finas agujas de nuestra Pulchra sin par).

Colofón: He aquí cómo nos habló Federico García Lorca, astro radiante que alumbrará por siempre como lámpara prodigiosa en la bóveda azul de nuestra lírica. Cómo gritó, mejor, cómo gritó con la sinceridad de un niño grande este poeta y dramaturgo que tiene « el alma del árabe español > y un ambiente opaco; que en García Lorca el poeta está interno, preso en su sangre, viviendo y sintiendo en su corazón, en su alma gitana... como la belleza blanca de monja de clausura en el coro, como las irisaciones de la perla en el cofre... Y este poeta renacentista que ha sabido hacer y sentir la poesía del romance con matices clásicos enclavada en los tiempos modernos prosigue, enfundado su cuerpo de aristocrático Camborio dentro de un < mono » azul de mecánico, su ruta de viajero cultural de todos los caminos con la pesada gloria de su nombre y los crecidos triunfos de su « Barraca ».
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