El pendón espera bajo techo

La imagen de Santa María del Monte de Cea, Santamar para los comarcanos, ha sido muy habitual en tantos pueblos de nuestra provincia. El pendón espera bajo techo esos días de gloria, aquellos en los que se despliega y luce al viento los colores del pueblo mientras algún mozo poderoso lo sujeta y baila.

Es uno de esos símbolos civiles que vivieron días de gloria, cayeron en el olvido y poco a poco van saliendo de él gracias al trabajo desinteresado —aunque parece que no siempre— de quienes los van documentando, rescatando y paseando aquí y allá, en la provincia e incluso lejos de ella, batiendo récords cuando se concentran exhibiendo su fuerza.

Ya no hay fiesta que se precie que no busque esa espectacular foto de los pendones al viento, que es tanto como exhibir el orgullo del pueblo, recordar a aquellas gentes que los bordaron, las que trataron la madera para que no entrara la carcoma, quienes, en definitiva, creyeron en su historia.

Ya no son solo el telón de fondo de aquellas fiestas como la de Castrotierra, que lo sigue siendo, por suerte ya son decenas, muchos, los pueblos que han recuperado su pendón o lo han hecho nuevo.

Otros, como Santamar, lo mantuvieron allí, bajo techo, a la espera de que cualquier acto les permita desenroscarlo y lucirlo.