El patrimonio minero busca su sitio

Torre del Bierzo presentará el próximo jueves, coincidiendo con sus fiestas, un proyecto para convertir en recursos turísticos los 120 años de historia de la minería en la comarca

David Rubio
11/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Puesta a punto de una de las vagonetas que subía el carbón desde la bocamina hasta las tolvas. | MAURICIO PEÑA
Puesta a punto de una de las vagonetas que subía el carbón desde la bocamina hasta las tolvas. | MAURICIO PEÑA
Semana de preparativos en Torre del Bierzo. El pueblo bulle por sus cuatro costados. Por un lado se reparten los programas de las fiestas, que giran en torno al 15 de agosto como tantas y tantas por toda España, y por otro se ultiman los detalles para tenerlo todo a punto en la presentación de su iniciativa más ambiciosa: ‘Memoria minera’ lleva por título.

Todo tiene que estar listo para que edificios y maquinaria luzcan el próximo jueves (11 horas) en un acto que trata de ser sólo el punto de partida de un gran proyecto que devuelva a la localidad, aunque sólo sea en una pequeña proporción, la vida que le dio la minería. Una de las muchas piezas restauradas es un acumulador de aire comprimido, el que servía para dar potencia a los martillos neumáticos que arrancaban el mineral, el que se utilizaba también para hacer sonar el pitido que se escuchaba en casi toda la comarca y que indicaba, más a los de fuera que a los de dentro, que empezaba un nuevo turno bajo la tierra. Cuando se le reparan todas las fugas, vuelve a sonar con potencia, tanta que se confunde con el del tren que baja el Manzanal y avanza por el desfiladero hacia Bembibre, sorteando el río Tremor y para muchos recordado siempre aquel fatídico túnel número 20. Pero esa historia, y alguna más, es para otro día.

Cuenta el operario que ha restaurado el acumulador y su pitido que, cuando lo hizo sonar por vez primera para probarlo, comenzaron a llegar por la cuesta que se dirige hacia la nave donde trabaja, a lasafueras de Torre del Bierzo, varios ancianos. Cada uno a la velocidad que la vejez le permitía, fueron presentándose ante él y preguntando si de verdad habían escuchado lo que creían haber escuchado. «A unos les hacía ilusión, a otros les daba pena, a otros les daba angustia porque les recordaba el momento en que tenían que bajar por la rampa...

Incluso vino uno que me dijo que, en tiempos, él había sido el encargado de hacerlo sonar, y me pidió si le dejaba volver a hacerlo», cuenta el operario, que es el único que tiene aspecto de minero de todos los trabajadores que hoy quedan en Torre del Bierzo.

La anécdota sirve como el más claro ejemplo de lo que la minería ha significado para la comarca, hasta qué punto sigue formando parte de la genética local, y también como ejemplo de lo que puede ser en el futuro con el proyecto ‘Memoria minera’, que pretende poner en valor el esfuerzo que miles de hombres hicieron en aquella zona del Bierzo y, de paso, proponer una alternativa de desarrollo vinculada al turismo.

Tres son los grandes vértices en torno a los que girará este proyecto que pone en marcha la Fundación Cultura Minera. Por un lado, la musealización de documentos, fósiles, obras de arte y demás objetos relacionados con la actividad minera en la comarca, que empezó hace aproximadamente 120 años. Por otro, la muestra de maquinaria y herramientas que han sido o están siendo restauradas. Y, por último, la visita a la que se conoce popularmente como la Mina del Oro (aunque nunca lo tuviera), dentro de la que se proyectarán de forma continua algunas secuencias de ‘La guerra de Dios’, la película protagonizada por Paco Rabal rodada allí en la década de los cincuenta.

Fueron en total cerca de medio centenar los empresarios mineros de la comarca del Alto Bierzo, algunos grandes empresarios que llegaron a tener a miles de trabajadores en nómina en ésta y en otras cuencas, y otros más pequeños, titulares de humildes explotaciones que tenían, en ocasiones, un cierto aire familiar, una herencia arraigada literalmente a la tierra. Domingo López, Hermosilla, Virgilio Riesco, Avelino y Victorino Alonso (el padre primero, el popular y polémico hijo después), Avelino Silván, Joaquín Blanco, Agapito Fidalgo, la familia Calvo, los titulares de Antracita de Santa Cruz, Chachero, Viloria...

El proyecto quiere contar con la colaboración tanto de empresarios como de instituciones públicasDe este último nacen las primeras donaciones al proyecto, tanto el edificio que albergaba las oficinas de administración de Alto Bierzo a la nave donde se guardaba la maquinaria, pasando por la mencionada Mina del Oro, que será uno de los grandes atractivos para los visitantes. Se trata de una idea «popular», dicen en Torre del Bierzo, donde no quieren que nadie capitalice o protagonice esta iniciativa, sino que se convierta, con el paso del tiempo, en un homenaje colectivo a la historia del carbón, un esfuerzo compartido para conseguir que la zona esté en los recorridos de los turistas.

Eso, por la ausencia de colaboración que suele ser habitual en esta provincia, lo convierte en uno de los aspectos más novedosos de este proyecto, del mismo modo que resulta novedoso que no se trate de un proyecto cerrado que requiera un presupuesto concreto para hacerse realidad, sino que se busca la colaboración tanto de los que fueron empresarios mineros como de las instituciones para que cada cual se implique en la medida de sus posibilidades y, en función de cuál sea la participación, se decidirá hasta dónde se puede llegar. Las posibilidades son casi infinitas.

En la parte musealizada, el visitante encontrará la que está considerada una de las colecciones de fósiles más importantes de Europa, además de una importante colección de obras de pintura y escultura dedicadas al mundo de la minería. Hay también cientos de objetivos que forman parte del patrimonio minero, sin los que no se podría entender el pasado de la comarca, como es el caso de las lámparas que eran, al tiempo, el instrumento para iluminar bajo tierra y la ‘ficha’ que servía para controlar qué minero estaba dentro y qué minero estaba fuera.

Otro de los apartados destacados que tendrá la parte musealizada de esta ‘Memoria minera’ es la recreación de la que sin duda es uno de los principales motivos de orgullo de toda la comarca: la Brigada de SalvamentoMinero del Alto Bierzo. Habrá también la posibilidad de tocar y reconocer cada uno de los distintos tipos de carbón que se extraían en la comarca, con el detalla de a qué se dedicaba cada uno de ellos.

Nadie protagoniza la iniciativa sino que se trata de una idea popular para poner en valor la comarcaEn el recorrido aparecen auténticas joyas, como el libro de contabilidad de Benito Viloria Álvarez (abuelo de Manuel Lamelas Viloria) del año 1913, en el que, con una escrupulosa caligrafía, se van relatando tanto los jornales de cada minero o carretillero como lo que cada uno de ellos iba gastando por adelantado en la cantina o en el economato, que luego se le descontaba cuando llegaba el tan deseado día del pago.

Quizá más llamativa para los visitantes resulte la visita a la muestra de maquinaria y herramienta, situada en una de las naves de Viloria, a las afueras de Torre del Bierzo. Allí, dosvehículos minuciosamente restaurados deslumbran entre el óxido del paso del tiempo y el olvido. Se trata del coche de línea que llevaba a algunos de los trabajadores hasta las bocaminas, un vehículo de época que hará las delicias tanto de los aficionados al motor como de los aficionados a la minería, pues conserva todos los detalles. Junto a él, el camión de reparto doméstico de carbón, desde el que se cargaban las cestas que calentaban los hogares y que hoy, en la mayoría de los casos, han sido sustituidas por otros sistemas de calefacción más modernos y es de suponer que también menos contaminantes.

Entre la numerosa herramienta queha sido restaurada hay un poco de todo. Muchas son las máquinas que llegaron desde el extranjero (exactamente igual que muchos trabajadores de la mina) y que en su día supusieron toda una revolución para lo que era la forma de trabajar hasta entonces, como puede ser la que apilaba barrenas o las singulares locomotoras que traían y llevaban carbón y trabajadores del interior al exterior. Llama especialmente la atención la vagoneta diagonal que se ha recuperado de una mina que ya estaba inundada, vagoneta en la que los mineros bajaban por una rampa de nada menos que 800 metros que les llevaba hasta los tajos. Sale de un inmenso castillete que fue construido sin grúas, gracias a la destreza y la valentía de los soldadores. «Esa historia es para otro día», dice Lamelas riéndose.

Entre la maquinaria, los operarios han formado una especie de árbol compuesto por antiguos martillos neumáticos. Al frente tiene un cartel que bien podría resumir este proyecto: «Entonces pan, ahora historia».
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