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El paracaidista

07/04/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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El gol de Almoez fue un chute de energía, un paracaídas. Su remate derribó el muro que separaba al equipo leonés de la tranquilidad. Se manifestaba en la falta de empatía general y la ausencia de juego y de pegada en particular. Y, de pronto, el muro cayó. La sonrisa volvió al rostro de los jugadores, se acabó el inquietante silencio en el viaje a casa e, incluso, Catar se hizo más presente en un club que busca sus señas de identidad. Los jugadores de la Academia Aspire pasan de puntillas por el equipo. De su obligada presencia en el once a ocupar un rol completamente secundario ha pasado solo media temporada. Todo ha cambiado tras la Copa de Asia sub-23 en la que el combinado asiático se quedó a las puertas de los Juegos Olímpicos. ¿Esa es la razón verdadera?. Chirría el asunto. Seguro que la política con los jugadores propios será revisada por Aspire a la conclusión de la temporada, empezando por la directa elección del entrenador, sin intermediarios. De su primer año en León queda la evolución de Tameen, un portento físico con carencias tácticas sacudido por las lesiones, la calidad de Sultán mezclada con evidentes dosis de apatía y, por el momento, el gol de Almoez que sacó a la Cultural del ostracismo. Habrá que esperar para ver algo más del punta, aunque lo primero que se supo de él fue noticia de portada. Insuficiente argumento para quitarle el puesto al mejor delantero del equipo. Aketxe debe seguir siendo intocable porque, a pesar de su divorcio con el gol, ofrece soluciones en el juego colectivo y es un peligro para la zaga rival. Los dos tienen cabida en la alineación. Uno por impacto y otro por trayectoria. Además, el vasco necesita hablar en el campo ahora que está continuamente en el disparadero. Le han convertido en el malo de la película, dentro y fuera del terreno de juego, incluso en sus días libres. Falla la memoria, falta escrúpulo y sobra cobardía.
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