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El Muro de las Lamentaciones

14/04/2021
 Actualizado a 14/04/2021
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Uno de los viajes que tengo pendientes es, sin duda, a Tierra Santa. Todos los que conozco que ya han ido –unos creyentes, otros no tanto– coinciden en que merece la pena…

Jerusalén, ni que decir tiene, es uno de los lugares fundamentales; y entre sus principales atractivos –que no son pocos– se encuentra el Muro de las Lamentaciones, ‘Kotel’ en su denominación hebrea, que es de lo poco que queda en pie del histórico Templo de Jerusalén. Es lugar de oración y, además, una de las costumbres más extendidas es dejar entre sus grietas mensajes escritos con las peticiones de quienes así lo desean –en la actualidad, incluso, se pueden enviar a través de internet–; papelines que, dos veces al año se retiran para ser enterrados en el Monte de los Olivos.

Pues resulta que, de alguna manera, ha servido de inspiración a la fraternidad capuchina de León: si entras en la iglesia de San Francisco encontrarás un pequeño y particular ‘Muro de las Lamentaciones’… Vale, ya sé que no es lo mismo, pero no deja de ser una iniciativa muy llamativa que invita, cuando menos, a la reflexión…

Fue fray Jeremías Borgards quien propuso la idea –ya la había llevado a cabo en Alemania, y había tenido buena acogida entre los fieles– y se la transmitió a la Cofradía de la Expiración; y ya el Domingo de Ramos estuvo situado junto a la imagen del Dainos –delante justo del ambón– durante el acto ‘Reflexión, oración y silencio: por las víctimas y efectos de la pandemia’ que sustituía esa tarde a la habitual procesión.

Hoy se encuentra al lado de Jesús de Medinaceli –si quieres, puedes dejar tu mensaje; allí mismo tienes papel, bolígrafo… y gel hidroalcohólico–, en donde permanecerá hasta Pentecostés, que este año es el 23 de mayo. Todos esos mensajes –nadie los va a leer, que ya hay quien ha preguntado–, en vez de ser enterrados como en Jerusalén, serán entonces quemados… y su llama los «elevará hacia quien siempre nos escucha»; así lo indica el cartel explicativo. Yo, por cierto, ya he dejado el mío…
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