15/02/2021
 Actualizado a 15/02/2021
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Prohíben la caza del lobo. La caza, por deporte, se supone. Porque la otra… Cada cual su punto de vista: uno de ellos el de los titulares de ganadería extensiva, vacas, caballos, ovejas, que vienen padeciendo las asechanzas de este animal salvaje, que no olvidemos es carnívoro y no acude a las carnicerías. Ganaderos y lobos comparten el mismo hábitat. Desde siempre, los primeros han recurrido a los perros mastines y las escopetas para defender el derecho a vivir de sus animales, que son, por otra parte, su única industria, su sustento. Las indemnizaciones a los afectados, tras farragosos trámites, o llegan tarde o no llegan porque el reclamante desiste. Los lobos matan muchísimo más de lo que comen. Por eso la tradicional inquina. Por eso la imposible convivencia.

Todavía resuena en la memoria de muchos de nosotros aquella letra de José Agustín Goitisolo, que cantaba Paco Ibáñez: «Érase una vez en lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado». Eran tiempos de lobos (y de Luna de lobos) en los que estaba claro quiénes eran los malos. Por eso la canción solo podía terminar así: «Todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés».

Lobos que se acercaban hasta las mismas casas, que perseguían a los caminantes, que aullaban toda la noche. Aquellos animales a los que, más tarde, pareció redimir en TV Félix Rodríguez de la Fuente. Aquellas malas bestias, protagonistas de matanzas atroces cuando saltaban los tapiales y se metían en el corral organizando una orgía de sangre. Aquellas fauces asesinas de ternerillos y corderos acostumbrados a recibir los besos y los mimos de nuestras madres y que un día aparecían medio comidos y sangrantes.

Lo moderno, tal vez hoy sea ponerse de parte del lobo. Es como si ya nadie recordara a nuestras madres abrazadas a los corderillos y ternerillos, besándolos en la frente, y ausentándose cuando llegaban los tratantes de ganado. Pero la triste realidad es que tan solo desde el desconocimiento de lo rural, o desde la ironía, puede mantenerse hoy la postura de la Autoridad. No hay más que hablar con los ganaderos para llegar a la conclusión de que lo de las ayudas no está funcionando y que, lejos de las modernidades, la única solución es la de siempre: defenderse. Félix Rodríguez de la Fuente también mantenía esta postura, por mucho que algunos piensen lo contrario.

Al lobo muerto, paseado en parihuelas, le metíamos la mano dentro de la boca. Nuestras madres sonreían. ¿Mundo al revés? ¿Antes simples y ahora necios?
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