El hayedo de Montegrande

Un paseo otoñal por la vertiente asturiana del Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa hacia la cascada del Xiblu

Vicente García
01/11/2019
 Actualizado a 01/11/2019
El hayedo de Montegrande. | VICENTE GARCÍA
El hayedo de Montegrande. | VICENTE GARCÍA
El otoño en los hayedos del norte es muy colorista y en la provincia de León hay unos cuantos. Si se cruzan los puertos leoneses para dejarse caer por la vertiente asturiana se pueden encontrar lugares excepcionales que en esta época se llenan de visitantes dispuestos a ver la explosión de colores que la estación provoca en los bosques.

Aparte de los hayedos, en esta ocasión espectaculares, la cascada del arroyo de la Verde es muy vertical y se despeña por el cauce en unas fuertes caídas con vistas buenas, pero con dificultad en la parte final del acceso.

La ruta es un sendero de Pequeño recorrido, el PR-AS 269 y discurre por la vertiente asturiana del parque de las Ubiñas y la Mesa. Se encuentra muy bien señalizada y con el camino cuidado, en algunos puntos han colocado escalones de madera, pero en la parte final un desprendimiento ha significado que la visión de la cascada se haga con alguna dificultad, se podría adecuar un mirador, pues en algunas guías hable que pueden hacerla los niños, y hay niños en el recorrido, pero al final la cosa se complica y puede que no sea tan aconsejable.

Para comenzara a andar es preciso bajar desde la provincia de León a la zona asturiana por la carretera del puerto de Ventana que se dirige hacia Teverga y la Plaza, aunque antes de llegar a la primera población se debe aparcar en el lado izquierdo que hay un buen aparcamiento, aunque en la temporada alta, que para este lugar es precisamente el otoño, puede haber algún problema por lo que puede ser interesante madrugar o ir algo más tarde que lo normal.

Desde ese mismo lugar parte un camino amplio, y a su lado una pasarela preparada para sillas de ruedas o cochecitos de bebé que la convierte en una ruta adaptada para esos casos. Lo malo es que dura poco, menos de medio kilómetro.

Al cabo de casi un kilómetro se pasa por un primer arroyo, el reguero Sangradal, donde el camino hace una fuerte revuelta para continuar por la misma cota bordeando la montaña hacia un segundo arroyo, el reguero Riazores, siempre dentro del hayedo de Montegrande, un bosque que en este otoño tiene un colorido extraordinario, y con el buen camino existente, sin apenas desniveles, resulta muy agradable de andar. Casi al final se encuentra una zona donde enormes rocas se han desprendido cayendo en medio del camino y es preciso sortearlas. Poco después se llega al final del buen camino y hay dos carteles anunciando la cascada. A partir de este punto el camino empieza a complicarse un poco. Primero hay que bajar una pendiente algo más fuerte y ya se comienza a encontrar escalones de madera que hacen más cómodo el descenso. Al final hay un puente que cruza el arroyo y desde allí la subida también es más empinada por un sendero estrecho. Tras la cuesta después de pasar el puente hay un cruce de caminos que señaliza un cartel: a la izquierda se va hacia el Xiblu, a la derecha hacia las Navariegas o la Focella y el camino desde donde se viene es el del hayedo de Montegrande. En este caso se sigue la dirección al Xiblu por un estrecho sendero.

La senda asciende menos de doscientos metros en un kilómetro y combina tramos de fuerte subida con otros más llanos en los que se bordea el desnivel hacia el arroyo. Más tarde en sendero se hace más estrecho, a veces hay zonas de piedras o barro más resbaladizas y en algunas han colocado escalones. Finalmente se puede ver la cascada, primero entre los árboles y más tarde directamente, es difícil alcanzar a verla entera porque los pliegues del terreno lo dificultan un poco. Tras una subida final un poco más complicada entre piedras sueltas se llega a una pequeña plataforma, en la que hay que tener cuidado y se puede ver parte de la cascada.

La vista es muy agradable y merece la pena llegar hasta ese lugar, pues el agua se despeña entre las rocas atomizándose en gotas minúsculas que crean una pequeña niebla finísima en el ambiente.

Es preciso volver por el mismo camino hasta el cruce de la parte alta del puente donde está el cartel. Si se dispone de la logística adecuada se puede llegar hasta la Focella y acabar allí la ruta, más corta, o regresar por el mismo camino al aparcamiento.
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