05/12/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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El no hacer nada, ver como la vida pasa como secuencias fotográficas dedicadas al vacío que recorre la ciudad esquilmada, los mayores pasean en busca de recuerdos, añorando anécdotas vividas y mil veces contadas, brilla el sol en una mañana fría que por fin las nieves cubren las montañas, la bufanda anudada al cuello, tiritando las arrugas que sejuntan como si de una sola se tratara, necio el comentario se despacha en tono conservador, más vale lo malo conocido que lo bueno por venir, por lo menos cobramos puntualmente la paga lograda por tantos años dedicados a la causa.

Pero cuando El Gochín rosáceo de cerámica avisa que ya no puede ofrecer más,que es cierto que en su día estaba casi lleno pero cambió de manos como hucha heredadapor si vienen mal dadas, la empezaron a saquear,primero para pagar deuda pública y después a hacer frente al pago de las pensiones, y¿ahora qué?.

Un Gobierno que en los últimos años no ha hecho nada para remediar tal enjundia, avisa que el sistema es insostenible y que la clase trabajadora debe tener cubierta su pensión contratando planes privados que es lo más seguro para todos, que es lo que se lleva ahora y asípoder dejar tranquilo al estado para acometer otrasfunciones más importantes como el meter el miedo a los mayores para asegurarse su voto y perpetuarse en el poder por los siglos de los siglos.

Las últimas reformas laborales han conseguido degradar el empleo ocasionando que los ingresos por cotizaciones aporten cada vez menos recursos a la Seguridad social, mal camino escogido por un Gobierno ineficaz, con políticas antisociales que lo único que aportanes mayor desigualdad, mayor pobreza y un futuro incierto para que las abuelas del mañana ya no puedan mantener a sus nietas ni así mismas. El esfuerzo pasa por convencer a los que defienden el progreso desde el ámbito de una economía feminista y cambiar el color azul por el verde esperanza.
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