Publicidad
"Lo importante de un cirujano no son las manos, es la cabeza"

"Lo importante de un cirujano no son las manos, es la cabeza"

ACTUALIDAD IR

El cirujano Tomás González de Francisco, jubilado en 2014 tras más de 40 años operando en León. | SAÚL ARÉN Ampliar imagen El cirujano Tomás González de Francisco, jubilado en 2014 tras más de 40 años operando en León. | SAÚL ARÉN
Sergio Jorge | 02/06/2018 A A
Imprimir
"Lo importante de un cirujano no son las manos, es la cabeza"
Sanidad El doctor Tomás González de Francisco recuerda cómo ha evolucionado la técnica quirúrgica desde que llegara al Hospital en los 70 hasta su jubilación
El salto tecnológico dado en el Complejo Asistencial Universitario de León con la adquisición del dispositivo Da Vinci equipara la sanidad leonesa a la de otros puntos del país. Pero sobre todo sirve para ver la evolución que ha experimentado la atención sanitaria y, sobre todo, las intervenciones quirúrgicas que se realizan de forma habitual en el centro sanitario más importante de la provincia. Para comprobar el desarrollo que se ha experimentado en este sector en las últimas décadas no hay más que escuchar a las decenas de profesionales sanitarios que han vivido estos cambios, como es el caso del cirujano Tomás González de Francisco, que llegó al Hospital en el año 1972 y se jubiló ahora hace cuatro años.

González de Francisco recuerda que las operaciones, pero sobre todo las técnicas que se utilizaban para ellas, han cambiado sustancialmente. Eso sí, aclara un concepto básico: «Lo importante de un cirujano no son las manos, es la cabeza». Con eso deja claro que más allá de cuestiones tecnológicas, la sanidad sigue recayendo en sanitarios. Y eso que tienen que afrontar «la curva de aprendizaje», la que tienen que superar todos los profesionales que se implican para adaptarse a estas innovaciones, «aunque al final se hace sin problemas».

Detalla en primer lugar que «es muy importante destacar lo que han cambiado los métodos diagnósticos», puesto que recuerda al que fuera el jefe de Cirugía cuando comenzó a trabajar en la Residencia Virgen Blanca, Jacinto Sáez, cuando decía que «había un buen internista que tenía un reloj segundero, porque implicaba tecnología». Eran tiempos en los que poco a poco fueron introduciéndose la ecografía, los TAC, el desarrollo de los rayos x, las tomografías, los pet, las resonancias magnéticas...

«La cirugía consiste en identificar las estructuras que vas a operar o que sabes que están enfermas y que vas a extirpar», especifica el que fuera jefe del Servicio de Cirugía General del Hospital de León, quien destaca que «todo esto era abriendo». Esa es una de las claves, puesto que «antes había un dicho que era cierto: a grandes cirujanos, grandes incisiones», apunta este especialista que recuerda que su primera operación fue en el estómago y requirió precisamente eso, una gran incisión.

Eso fue reduciéndose con el paso de los años puesto que se fue demostrando que a menor corte, mejor es la recuperación y la propia intervención, de ahí que otra de las ventajas del robot Da Vinci es que sigue en esta línea de cirugía mínimamente invasiva.
«Así era la cirugía pretecnológica», apunta González de Francisco, que recuerda cómo fue la llegada de aparatos como las máquinas de sutura inventadas en Rusia o las adaptaciones realizadas en EEUU, con el logro de incorporar ultrasonidos para coagular los tejidos una vez que se había ejecutado el corte.

«La revolución quirúrgica llegó en el año 1987 con la primera discectomía laparoscópica», agrega sobre una técnica en la que el cirujano introducía una pequeña cámara en el trócar tras inyectar aire ambiente y ver en una pantalla dónde tenía que actuar. Este avance sirvió al principio para ciertas pruebas médicas, pero a continuación se empezó a emplear para todo tipo de intervenciones quirúrgicas, agregando mejoras de forma periódica que lograron enriquecer más si cabe los resultados.

Eso sí, poco tiene que ver esta modalidad con la actualidad, ya que las imágenes ahora se ven con muchísima más calidad y, por tanto, se puede afinar más. Pero las ventajas de estas técnicas van más allá del aspecto técnico, ya que si antes lo básico era «palpar», ahora todo se hace viendo en la pantalla, en la que «hay más visión de la cavidad abdominal» o del espacio a intervenir.

González de Francisco recuerda cómo tuvo que acostumbrarse a «operar en dos dimensiones», además de que «se perdía la percepción táctil», pero a la vez se ganaba en visión de todo el área, y poco a poco se iba logrando ganar en profundidad. De hecho, ahora ya es en tres dimensiones, como en el caso del robot Da Vinci. Su precedente llegó en el año 2000, cuando se aprobaron los ensayos con esta tecnología en EEUU. «Amplifica mucho la visión y descompone el movimiento de la mano», resalta sobre esta innovación que no ha llegado a probar con sus manos pero que conoce a la perfección.
Volver arriba
Newsletter