23/12/2014
 Actualizado a 19/09/2019
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El día siguiente al del sorteo de la lotería nacional de Navidad es conocido como ‘el día de la salud’ por eso de que suele decirse, como consuelo para aquellos a quienes no ha tocado, que lo importante es tener salud. A veces nos reímos, pero en realidad así es. Recuerdo que hace algunos años a un minero jubilado, gravemente enfermo, le tocaron bastantes millones, pero éstos no lograron impedir que muriera al día siguiente. Hace muy pocos días, visitando a un enfermo que está en unas condiciones bastante penosas, salió también el tema de la lotería navideña y pude comprobar que no le hacía la más mínima ilusión el que pudiera tocarle. Realmente lo que quiere es ponerse bien. Vemos, pues, que dándose como se da tanta importancia al dinero, de ninguna manera es lo más importante. Lo que ocurre es que a veces ciega a la gente de tal manera que le impide descubrir otros valores.

No cabe duda que un pellizco del gordo de Navidad o de alguno de los primeros premios puede venir muy bien para sacar de apuros a quien se siente pillado por las deudas o no puede hacer frente a los gastos que origina una vida normal. El problema está en que nos centremos exclusivamente en lo económico. Confieso que me ha incomodado y preocupado bastante una frase que oí Rajoy hace algún tiempo: «La economía lo es todo».

Y ahora, cada vez que intentan hacernos ver los logros de su gobierno, parece como si sólo pusieran todo su acento en la recuperación económica. Pero la vida es mucho más que economía.

En cuanto a la salud, ni siquiera es lo más importante y, en caso de serlo, no puede reducirse a la salud corporal. Uno puede estar físicamente sano y fuerte como un roble, sin embargo, no podemos perder de vista el papel no ya solamente de la salud mental, si no la espiritual.

Escribo esto el 22-D mientras se supone que los niños de San Ildefonso están cantando los números y premios. Ignoro si soy o seré millonario o si lo son mis amigos y conocidos. En todo caso prefiero para ellos y para mí la salud del cuerpo y, sobre todo, del alma. En este caso seguro que podemos considerarnos millonarios.
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