El cuerpo es un campo de batalla

Bruno Marcos destaca la exposición temporal de Paloma Navares 'El vuelo', que hasta el día 28 de febrero permanece en el Musac

Bruno Marcos
20/02/2021
 Actualizado a 20/02/2021
‘Almacén de silencios’ es una de las obras que se exponen dentro de la exposición ‘El vuelo’ de Paloma Navares. | MUSAC
‘Almacén de silencios’ es una de las obras que se exponen dentro de la exposición ‘El vuelo’ de Paloma Navares. | MUSAC
La figura de la mujer ha sido a lo largo de los siglos más que un motivo de la representación artística un tema en sí misma. Aunque presente desde la Prehistoria, fue a partir del Renacimiento cuando los esfuerzos por hallar un canon de belleza hicieron que el desnudo femenino se constituyera en un auténtico género como el retrato, el paisaje o el bodegón. En realidad, también el desnudo masculino ha sido uno de los campos principales de la Historia del Arte, abundó en importantes periodos como el de la antigua Grecia en el que escaseaban las representaciones de las mujeres sin ropa, aunque se produjeran prodigios escultóricos como el vientre de la Victoria de Samotracia en el que vemos el desnudo a través de un velo dibujado con el viento.

La evolución posterior hasta el siglo XX, con la aparición final de los medios de masas, ha hecho que la imagen de la mujer haya sido sometida a procesos que han generado reacciones críticas. La retrospectiva que en la actualidad está en el Musac y que se clausurará el próximo 28 de febrero, titulada de ‘El vuelo’, es una excelente oportunidad para reflexionar sobre esto. La exposición presenta obras de la artista Paloma Navares (Burgos, 1947), producidas entre los años 1978 y 2018. Navares, pionera en el tratamiento de la figura femenina, ha sabido apropiarse de las imágenes de la Historia del Arte para intervenir sobre ellas introduciendo tempranamente nuevas tecnologías que creaban experiencias contemporáneas en las que también trabajaban elementos tradicionales como la luz, la forma o el color.

Las obras de esta autora muchas veces fragmentan la figura femenina canónica resultante de los estilos y los tiempos de manera que las partes resaltan la cosificación del todo. Bastantes de sus imágenes son retroiluminadas, la luz está detrás o en su interior, lo cual produce en las salas oscuras del museo ambientes semejantes a los de culto religioso, ambientes que son paródicos, pues presentan la deconstrucción de un paradigma estético como la aparición de un alma o un fantasma.

Esta metodología de apropiación e intervención deja visibles restos de arquetipos, erotismo estereotipado, clichés o patrones, reconocibles en tramos sueltos de la curva praxiteliana o en la posición delicada y artificial de unos pies o  de los dedos de una mano. Son todos esos restos notas visuales que hablan de una euritmia evocadora en la que la mujer acababa por ser sustituida por su imagen, proceso que continúa actualmente en la publicidad o en la cosmética, ramificándose hasta la cirugía estética o la ingeniería genética, convirtiendo el cuerpo en un campo de batalla.
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