"El Coro Universitario de León ha marcado mi vida"

Samuel Rubio recuerda emocionado sus 22 años al frente del grupo coral, que estos días celebra el 40 aniversario de su constitución con dos conciertos en Santa Marina la Real y el Auditorio, una exposición en el Ateneo Cultural El Albéitar y la próxima publicación de un libro

Joaquín Revuelta
29/11/2022
 Actualizado a 29/11/2022
Primer concierto del reencuentro celebrado el pasado 19 de noviembre en Santa Marina la Real. | JUAN LUIS GARCÍA
Primer concierto del reencuentro celebrado el pasado 19 de noviembre en Santa Marina la Real. | JUAN LUIS GARCÍA
«Acababa de venir de Roma y vi una oportunidad tremenda para hacer lo que yo quería. En aquel momento existía desde el punto de vista musical la Capilla Clásica, el Orfeón Leonés y la Coral Isidoriana. Nada más. Y esas tres capillas funcionaban desde hacía más tiempo. Pero al crearse la Universidad de León en el año 1979 vi los cielos abiertos. Me dije, por aquí, porque la Universidad tiene que tener un coro, pero no un coro más, sino un Coro, porque estoy convencido de que el mundo coral y más en la Universidad es una pequeña universidad dentro de la gran Universidad. Somos los mejores embajadores de la Universidad cuando salimos por ahí y viajamos por toda Europa. Eso no tiene discusión alguna», sostiene Samuel Rubio al recordar con emoción los orígenes de uno de los proyectos que han marcado su vida, como fue la creación del Coro Universitario de León que estos días celebra su 40 aniversario con dos conciertos –el primero de los cuales tuvo lugar el pasado 19 de noviembre en la iglesia de Santa Marina la Real–, una exposición inaugurada el pasado 17 en el Ateneo Cultural El Albéitar y que podrá visitarse hasta el próximo 27 de enero, y una publicación con toda la historia, fotografías y anécdotas de los 40 años.    

Samuel Rubio recuerda la llamada que un día le hicieron Vicente Gaudioso y Jacinto Gutiérrez proponiéndole la creación de un coro en una universidad que entonces estaba dando sus primeros pasos, una idea que él ya tenía en la cabeza desde que tuvo conocimiento de la creación de la Universidad de León y que a finales del año 1980 se materializó en una primera reunión mantenida por Samuel Rubio con el entonces vicepresidente de la Comisión Gestora, el cordobés Diego Santiago Laguna, que actuaba como vicerrector con competencias en Extensión Universitaria y Alumnado. «El entonces rector José Luis Sotillo, aunque no era rector en realidad sino presidente de la Comisión Gestora, me recibió muy amable en su despacho y me ofreció el coche oficial para ir a otras universidades para ver cómo funcionaban sus coros. Obviamente nunca lo llegué a utilizar porque yo conocía muy bien el funcionamiento de un coro, pero aquel detalle revela la buena disponibilidad por parte de todos para sacar adelante el proyecto». El que fuera durante años organista titular de la Catedral de León y director del Festival Internacional de Órgano recuerda que justo en el mismo lugar donde hoy se puede visitar la exposición conmemorativa del 40 aniversario del Coro Universitario de León empezó todo. «Ahora está todo reformado, han tirado tabiques y aquello ahora es una gran sala, pero entonces estaba el despacho de Cordero del Campillo, algún despacho más y una sala algo más grande que era donde ensayábamos. Estos días, durante los ensayos para el primer concierto, ha habido personas que me han recordado cuáles fueron las primeras voces que seleccioné», comenta Samuel Rubio, que recuerda fueron las Facultades de Derecho y de Veterinaria las que más voces aportaron a aquella primera formación del Coro Universitario de León. «Enseguida capté voces muy interesantes, pero la mayoría no habían visto un pentagrama en su vida. Lo que se dice cero de cultura musical. Otros entraban con mucho miedo probando la voz. Yo nunca eché a nadie. Nunca dije tú no vales para esto. Cuando veía a alguien muy negado le decía: creo que te he visto un tanto nervioso, así que no te preocupes, tú ven mañana, te colocas allí con los tenores y nos vamos viendo. Tengo anécdotas increíbles en este sentido. Recuerdo de uno que tenía un oído enfrente del otro y llegó a ser jefe de cuerda, pero todo era por el interés, las ganas de hacer. Con frecuencia los podías ver por los pasillos ensayando la partitura porque eran muy conscientes de que si no la sabían no viajábamos a ningún lado».

Samuel Rubio reconoce que necesitó tiempo para encontrar un conjunto equilibrado, objetivo que se consiguió durante el curso 81-82 con aquel primer concierto en la iglesia de San Bartolomé de Astorga con motivo del pregón de Semana Santa. «Aquella primera vez cantábamos en unas carpetas de cartón al no disponer de carpeta oficial, que comenzamos con ella en el concierto de presentación en San Marcelo. Curiosamente el segundo concierto tuvo lugar en Madrid gracias a una amistad que yo tenía en Moratalaz», recuerda quien fuera su director durante los 22 años en que el Coro estuvo en activo y que encontró en el entonces vicerrector Diego Santiago Laguna el apoyo que por ejemplo no tuvo el Cine Club Universitario.   Ese apoyo es el que ahora ha vuelto a encontrar por parte de las autoridades universitarias para los actos conmemorativos del 40 aniversario del Coro Universitario de León, donde para el primer concierto celebrado el pasado día 19 logró reunir a más de 80 integrantes de los 300 contactados. En todos los casos hay un denominador común y es que todos coinciden en señalar que su paso por el Coro fue la época mejor de su vida. «Ahora sería imposible, sobre todo por una falta de compromiso. La gente se apunta pero no cumple, lo que no sucedía en aquellos años», confiesa Samuel Rubio, que no duda en asegurar que el Coro Universitario ha marcado su vida. «Me suelen hacer esa pregunta con frecuencia y siempre digo que ha habido dos etapas fundamentales en mi vida. Una es el Coro Universitario, porque fueron 22 años de una intensidad, valores culturales, viajes, conocimiento de orquestas y otros coros, de meter cosas nuevas en tu mente que te cambian la vida, y la otra mi estancia de diez años en Roma. Cuando empecé en el Coro tenía 30 años. Les llevaba a los más viejos diez años. Éramos chavales, pero a medida que pasaban los años yo me iba haciendo mayor y ellos más jóvenes porque cambiaban sus componentes».

Dentro del capítulo de actos programados para conmemorar el 40 aniversario del Coro Universitario de León, el pasado día 17 de noviembre tuvo lugar la inauguración de la exposición ‘40 años (1982-2022)’ que se puede visitar hasta después de Navidad y que reúne fotografías, notas de prensa, partituras de obras interpretadas, carteles, así como documentación sonora (discografía) que forman parte de la memoria de los 22 años en que el coro estuvo activo. «En la exposición no hay ni una cuarta parte de las fotografías que hemos logrado reunir. Ha habido que realizar una estricta selección porque no cabe todo», reconoce Rubio, que tuvo ocasión de dirigir a las más de 80 voces recuperadas del Coro Universitario de León en un primer concierto celebrado el pasado día 19 en la iglesia de Santa Marina. «El 17 de diciembre habrá un segundo concierto en el Auditorio Ciudad de León, al que se incorporarán la Orquesta de Juventudes Musicales de la Universidad de León y el Coro Ángel Barja, que ahora es el que acude a la Universidad cuando es reclamado para algún acto académico. Esas dos agrupaciones dirigidas por Juan Luis García y Aitor Olivares se prestan como homenaje a nosotros», señala Rubio, que reconoce que durante la presentación de los actos sintió una profunda emoción al comprobar cómo la gente le quiere todavía. También está prevista la publicación de un libro que saldrá en breves fechas y que coordina una excomponente del coro que ejerce en la actualidad como profesora en la Universidad, Teresa Mª López Díaz. «Como ya te dije la Universidad se ha volcado con el aniversario y queremos que esa publicación sirva de recuerdo. Sobre el contenido del libro te puedo decir que hago una presentación, a modo de prólogo, donde explico lo que significó el coro en estos 22 años. Después el rector tiene otro pequeño artículo. Hay dos excomponentes del coro que también han escrito algo y se incluye además el listado de todas las personas que han pasado por la formación y las orquestas con las que trabajamos, que son más de veinte, incluso de los directores de otros coros que colaboraron con nosotros. Se incluyen igualmente los lugares, ciudades y países a los que viajamos, como fueron Portugal, Francia, Italia, Austria, Alemania, Chequia y Eslovaquia. Hemos estado cantando casi en Rusia, porque la ciudad eslovaca en la que estuvimos dista  apenas 20 km de la frontera rusa».Para Samuel Rubio los viajes es otra faceta muy interesante del coro, donde los chicos aprendieron a vivir. «En Estrasburgo, donde estuvimos 20 días, se celebraba cada cuatro años el ‘Europa Cantat’, un encuentro de cantores –en ese año éramos dos mil– con el fin  de interpretar todos juntos una cantata, aunque también nos distribuían a los diferentes coros por la ciudad. Ese viaje lo hicimos en dos autobuses porque éramos ochenta en el coro», recuerda su director, que aún se emociona recordando el concierto de Viena donde interpretaron el ‘Stabat Mater’ de Dvorak. «Las lágrimas de la Virgen eran poco para las nuestras. Llorábamos de emoción al ser conscientes de que estábamos cantando en la patria de la música», reconoce Rubio, sabedor de que todo tiene un principio y un final, como así sucedió también en el caso del Coro Universitario. «La propia vida tiene tres ciclos muy claros: el nacimiento, el desarrollo y la muerte. Y ese fue el Coro, nació, se desarrolló de una manera desorbitada, donde hubo una época en los años noventa donde nos llamaban de todas partes, y murió porque a lo mejor había llegado el momento. Sí es verdad también que la juventud de esos años de la muerte no se parecía en nada a la juventud del nacimiento, en el sentido de que se notaba ya la falta de compromiso. Estaban por así decirlo mal acostumbrados. Vivimos la época dorada y creíamos que iba a ser siempre así, sin esfuerzo. Y claro, eso no puede ser. Por otra parte, también colaboró un poco al declive del coro la propia Universidad, porque ya no se veían las cosas de la misma manera. Digamos que, entre comillas, estorbábamos».

Samuel Rubio reconoce que personalmente le cuesta mucho tomar una decisión, sobre todo de ese calibre. Pero cuando la toma ya no hay vuelta atrás porque la medita mucho antes de tomarla. «Recuerdo que el último concierto fue en junio del 2002 en la Catedral con el ‘Officium Defunctorum’ de Tomás Luis de Victoria. La estuvimos preparando durante todo el 2001, donde no hubo ningún concierto. Lo que hice fue preparar a conciencia esa obra porque no la canta cualquiera. Durante todo un año preparándola, pudimos con ella, aunque pedí refuerzos a los que ya no eran del coro para poder dar ese concierto, porque si no era imposible ya que quedamos muy pocos y mal compensados. Ese día fue también de mucha lágrima porque al terminar el concierto fuimos a cenar y al terminar la cena les comuniqué que terminábamos. Aquel momento fue muy duro», recuerda la persona que durante más de dos décadas estuvo al frente del Coro Universitario, que se felicita de que 40 años después se vuelvan a reencontrar. «Son un montón de emociones que te afectan, pero es así la vida», reflexiona Rubio, que insiste en que lo que se celebra «es el reencuentro de aquellos que en su día nos reunimos para emprender una aventura que no sabíamos dónde nos iba a llevar. Pero también quiero añadir que no hace falta esperar a cumplir las bodas de plata o las bodas de oro. Lo único cierto es que la vida pasa y no vuelve».

El director del Coro Universitario adelanta el contenido del concierto del próximo 17 de diciembre en el Auditorio con la Orquesta Juventudes Musicales-ULE y el Coro Ángel Barja. «Al principio cantaremos varias piezas en solitario para unirnos más tarde a la orquesta con el ‘Gloria’ de Vivaldi y después de propina el ‘Aleluya’ de Haendel con los dos coros y la orquesta, para concluir con el 'Himno' universitario».


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