El carillón de Casa Botines

Máximo Cayón Diéguez
21/06/2021
 Actualizado a 21/06/2021
El reloj más representativo de todos los leoneses es el reloj de la S. I. Catedral de León, situado en la torre Sur, atalaya de piedra en oración constante, que mide 67,80 metros, construida entre los siglos XIII y XV. Dicho reloj, fabricado en 1788 por Ramón Durand, en estos días nuestros espera, como el arpa de Bécquer, en este caso, más que una voz, una mano que lo componga y le diga: «Levántate y anda».

Ahora bien, el reloj más popular y romántico de esta capital del Viejo Reino es, desde su puesta en funcionamiento el 14 de diciembre de 1929, el reloj de la plaza de Santo Domingo, situado en la acera del edificio de Roldán, enfrente de los antiguos establecimientos de ‘Benéitez’ y de la ‘Confitería Polo’, porque desde entonces su ubicación ha procurado un lugar de cita y encuentro a todas las generaciones leonesas que se han venido sucediendo. El actual, analógico, con conexión satélite, sobre un sustentáculo con una altura de siete metros, fue patrocinado en el año 2009 por la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios, de León, tras suscribir el correspondiente convenio con la municipalidad, y vino a sustituir a otro donde resaltaba ‘Vidal Joyero’, y este al primigenio, donado por Miguel Vidal, que, además de barómetro y termómetro, en la parte inferior de la columna que lo sustentaba tenía un buzón de correos para depositar la correspondencia. Francisco Fernández Álvarez era alcalde de León, y Manuel Lamelas Viloria, presidente de la institución cameral.

A esos dos relojes, ya tradicionales en la vida de los habitantes de esta ciudad, hace ahora sesenta años, a las ocho de la tarde del día 23 de junio de 1961, se incorporó un carillón electrónico y, por ende, a la vida de los leoneses. Quedó instalado en la famosa ‘Casa Botines’, [1892-1893], propiedad desde 1929 de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, donde instaló sus oficinas en 1931, y sede de dicha institución, fundada en 1900 y noventa años más tarde integrada en la extinta Caja España.

Como es de dominio popular, en esta tierra nuestra se alzan dos magníficos y originalísimos edificios que son obra de Antonio Gaudí y Cornet. Uno es el bello Palacio Episcopal de Astorga, [1887-1893]. El otro, la citada ‘Casa Botines’.

En plenas fiestas de San Juan y de San Pedro, o, si se prefiere, la víspera de la festividad del Santo Precursor, siendo presidente de la entidad financiera don Emilio Hurtado Llamas, se inauguraba el mencionado carillón, que bendijo don Teodoro Sánchez Aníbarro, a la sazón párroco de San Marcelo y patrono de la citada entidad de ahorro. Según informaba el técnico de montaje, Juan Lizarralde, este carillón tenía el mismo sistema que uno instalado en el Palacio de Comunicaciones de Madrid y que otro colocado en la Feria Internacional de Muestras de Barcelona. La firma relojera ya había construido y fijado carillones con destino a Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Vitoria y Oviedo.

Este de la ‘Casa Botines’, como dice una de las crónicas que hemos consultado, «obra el prodigio de suplir unos 30.000 kilos de bronce de campanas, y es que ya es una verdadera institución horaria en la ciudad». Su moderna maquinaria, con veintiséis sonidos, todos ellos dentro de una escala cromática, trasmitía con excelente sonoridad y limpieza los toques horarios por medio de cuatro altavoces situados en los ángulos altos del edificio, reproduciendo canciones netamente leonesas, tan conocidas como populares en el momento de marcar las referencias horarias.

En relación con estas melodías, debe subrayarse que para su puesta en escena se sopesaron hasta los más mínimos los detalles. Baste traer a capítulo la siguiente referencia periodística, [PROA, 26.05.1961, pg. 6], que, aunque extensa, ciertamente provechosa, porque es parte inherente de la intrahistoria de esta antigua Corte de Reyes. Dice de este tenor: «En la tarde de ayer, en la Academia de Música de Educación y Descanso, se reunieron con el maestro Odón [Alonso González], el presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, don Emilio Hurtado; el vicepresidente, don Higinio Orejas; el vocal del Patronato, don Julián de León; y el director de la entidad, don Gerardo G.[onzález] Uriarte, a fin de estudiar detenidamente aquellas melodías que han de ser interpretadas por el carillón electrónico que, a tal efecto, se está construyendo en San Sebastián. En principio, y tras escuchar diversas melodías parece ser que a las ocho de la mañana, el carillón interpretará el Himno a la Virgen del Camino, e igualmente lo hará al mediodía, cerrando su parte musical a las diez de la noche, con el Himno a León. En horas intermedias, podrán escucharse bellas melodías de la tierra: ‘Botones de arriba a abajo’, ‘vamos a León, niña, vamos a León’, y otras melodías, y en la noche navideña el tradicional villancico ‘Noche de paz’».

En plenas fiestas de San Juan y de San Pedro de 1961, como he dicho, comenzó su andadura el carillón de «Casa Botines». Según la prensa de la época, [PROA, 24.06.1961, pg. 8], «el carillón hace sonar sus notas, sobre melodías típicas leonesas, con excelente sonoridad, sin molestar lo más mínimo y seguramente constituirá, a partir de ahora, una referencia horaria para los leoneses». En estos días nuestros, cuando redacto estas líneas, este reloj guarda un silencio sepulcral.

Como curiosidad al margen, debe subrayarse que aquel año de 1961, siendo alcalde de la ciudad José Martínez Llamazares, y presidente de la Comisión Municipal de Festejos Juan Manuel Roa Rico, se eligió por primera vez a la reina de las fiestas de León por votación popular, entre las distintas representantes de los barrios leoneses. Resultó ganadora la señorita Mina Espiniella Rodríguez, que representaba al barrio de San Martín, en dura competencia con la señorita Conchita Burguete Toral, del barrio de Renueva, hasta tal punto que, según los medios de comunicación de entonces, hubo de realizarse un desempate en la votación para dirimir la ganadora, que recibió la banda distintiva de manos de la reina de las fiestas del año anterior, la señorita Mavi de Cadenas Allende, hija de los Condes de Gaviria.

Por aquellos días, el Teatro Emperador, inaugurado diez años antes, el 22 de septiembre de 1951, se hallaba en pleno funcionamiento. Ocupó su escenario en las referidas fiestas el famoso trío formado por Zori, Santos y Codeso, la bellísima supervedette Queta Claver, y su compañía de revistas, que pusieron en escena la comedia «Eloísa, Abelardo… y ¡dos más!» que, anunciada como un éxito atronador, en aquella época era un espectáculo prohibido para los menores de 18 años.

El programa de fiestas incluía asimismo, entre otros actos, la tradicional misa en la capilla del Cristo de la Victoria, el clásico concurso hípico nacional, hoguera de San Juan y fuegos artificiales, concurso de altares, lucha leonesa, desfile de carrozas y batalla de flores en Ordoño II, verbenas, desfile de «gigantes y cabezudos», un concierto conjunto del Orfeón Leonés y de la Banda de Música de Aviación, tiradas de pichón, y dos festejos taurinos, donde actuaron, el día 24, Antonio Ordóñez, Jaime Ostos y Rafael Pedrosa, y el 25, Curro Girón, Diego Puerta y Paco Camino.

Máximo Cayón Diéguez es cronista oficial de la ciudad de León.
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