"El brezo quitó mucho hambre en años duros"

Berezu, el documental de Néstor del Barco, se proyecta este sábado en el palacio torreón de los Pernía de Villaobispo de Otero. Una historia de los años del hambre.

Fulgencio Fernández
13/07/2019
 Actualizado a 14/09/2019
El documental se proyectará este sábado a partir de las 20:00 horas. | L.N.C.
El documental se proyectará este sábado a partir de las 20:00 horas. | L.N.C.
Los llamados años del hambre, aquellos de la dura posguerra, guardan en el baúl de sus historias muchas que van cayendo en el olvido. Una de ellas, la del brezo o berezu (la urz) llegó a oídos de Néstor del Barco —extremeño leonés, director de Santarrostru— y pronto supo que debía rescatar aquella aventura del olvido: "Descubrí que el brezo cobró una inusitada importancia socioeconómica en el año del hambre. Este arbusto encierra un ramillete de atributos dignos de ser conocidos, y contribuyó en los duros años de la postguerra a aliviar la escuálida y mísera economía de un buen número de familias, que recurrieron a él como recurso cercano y salvador en aquellos tiempos de tantas necesidades". 

Conversando con los vecinos de su pueblo natal, Serradilla, en Extremadura, "me hablaban de lo más evidente y conocido del uso de esta planta, la miel de brezo; pero descubrí que también se usaba para alimentar el fuego de las fraguas y otros usos aún más desconocidas, como para hacer carbón vegetal, escobas caseras y otros utensilios de uso común en todos los hogares".

Así nació la historia que ya es un documental y que hoy proyecta en el palacio torreón de los Pernía de Villaobispo de Otero, en las cercanías de Astorga. Contó para este trabajo Néstor del Barco con algunos colaboradores de lujo, como el naturalista y escritor, Joaquín Araujo, y del cantautorLuis Pastor.

Araujo al hablar de las aportaciones de los vecinos y de la historia que protagonizaron al darle utilidad a la planta no duda en afirmar que "deberíamos levantar monumentos que le hagan justicia".

Serradilla (Cáceres) y León vuelven a estar presentes, como en casi toda la obra de su director, Néstor del Barco, empeñado en matrimoniar sus dos territorios, en esa labor de cinematografía trashumante, que pone de relieve cuantos aspectos comunes presentan extremeños y leoneses y de los que a buen seguro se volverá a hablar hoy en la proyección que llega a un magnífico lugar, el torreón de los Pernía.
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